Sin decirte adiós

13

"Ven"-me dijiste un par de minutos después, tomándome de la mano y levantándome de la silla.

"¿Dónde?"

"Ya verás."-sonreíste.

Te fuiste a mí cuarto y paraste frente al espejo.
Yo seguía sin entender.

Después de unos segundos, te quitaste el blazer que traías puesto, luego la camiseta y los pantalones hasta quedar en lencería.

"Deténte. ¿Qué estás haciendo? ¿Estás segura que quieres que yo te vea así...casi desnuda?"-pregunté algo sorprendido cubriéndome los ojos.

"¿No es eso lo que querías? Apuesto que ya deseabas descubrir lo que se esconde detrás de todas esas prendas. Además eres hombre, sé que ya te mueres por estar conmigo, pero eres muy caballero así que me estás dando tiempo para estar yo lista también."

"Yo...no sé que decir. ¿Quieres estar conmigo ahora?"-en mi voz estaba una mezcla de pánico con alegría.

Quería tenerte completa y feliz entre mis brazos, desnudarte los miedos, hacerle el amor a cada esquina de tu cuerpo y de tu alma.
Pero no quería lastimarte, no quería que te sientas obligada o apresurada.

"Sabes, es fácil quitarse la ropa y tener relaciones; yo lo he echo con muchos hombres en mi vida.
Pero abrir tu corazón delante de alguien, dejarlo entrar en tus pensamientos, compartirle tus sueños, dejarle descifrar tus fragilidades y miedos, entregarle tu presente y tu futuro, desnudar tu corazón frente a aquella persona...
Esto es lo difícil.
Y yo nunca antes lo he hecho.
Tú eres mi primero.
Y sí Saúl, quiero que me hagas el amor hoy mismo. ¿Aceptas?"

Tus ojos brillaban por unas cuantas lágrimas de emoción y los míos igual, con la diferencia que los tuyos estaban mil veces más hermosos, amor.

"Ven acá mi vida."-te dije acercándote a mí.

Mis prendas pronto empezaron a sobrar.
Las caricias y los besos empezaron lentos, tiernos, hasta volverse cada vez más intensos.

Sentir tu suave y blanca piel entre mis labios y poder perderme en tu olor, gritar por el placer que me provocabas...no tenía precio.
Fue algo único, maravilloso, inolvidable.

No me parecía posible sentir tanto en una sola noche, por una sola mujer.
Pensé que tal vez lo que estaba pasando entre nosotros no era real, que quizás era el fruto de mi imaginación.

Sin embargo no lo era.
Los dos, esa noche, hicimos el amor por la primera vez.