MOMENTO 32

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El camino y la trayectoria hacia la cera para esperar a Greiger, era muy largo. Sin embargo yo seguía caminando, ya que en cielo las nubes gritaban la señal a través de su color gris, que pronto llovería.

—Pero... ¿Por qué coño esta gente me está siguiendo?

Me pregunto a mí misma, a la vez que camino de forma lenta, con un grupo de varias personas siguiéndome e imitando mis pasos cortos.

La briza era liviana y cada vez que soplaba parecía susurrar algo, que casi podía escuchar.

Me gire por un momento y vi a aquellas personas que me seguían. Era gente vestida muy elegante, algunos con trajes oscuros, por parte de las mujeres. Todos estaban pálidos y delgados con piel colgada... muy parecidos a unos muertos.

A cada segundo me fulminaban con sus miradas y por nada del mundo la retiraban.

Disimuladamente seguí caminando, sin importar más. Casi a los diez pasos volví a girarme para ver si Greiger ya había terminado.

—¿Qué mierda?

Gire de forma brusca y seguí confusa.

El grupo de personas parecía haber aumentado, ni siquiera me dejaron ver a Greiger.

De la incomodidad, pase al nerviosismo y seguí caminando.

Unas personas parecidas a las de atrás, que estaban más adelante, se comenzaron a reunir en el grupo, haciéndolo más grande.

Era como una pequeña procesión que me seguía, y que aumentaba. Yo los ignoraba, mientras en mi mente, me atacaba las ganas de querer escucharlos.

Al llegar a la deforme cera, me detuve, mire de reojo hacia atrás y los vi.

—Dios mío, son más... ¿pero de donde sale tanta gente y porque me siguen?

Al sentirme brutalmente acosada por gente extraña, decidí pararme en la otra cera de la pequeña calle, de donde pasaban unos autos a un pequeño estacionamiento, situado al frente del cementerio.

Puse mi pie en el concreto y di mis pasos, esta vez largos.

—¡MARGARITAAAA! —una voz alzada de una mujer, grito mi nombre desesperadamente.

Frene en medio de la callada, parada justo en la ralla blanca perpleja como una estatua. Sentí un suspiro corto en mi oreja, una tocada de hombro y alterada me voltee, queriendo analizar qué era lo que pasaba.

Y viendo todo, me quede aterrada.

El grupo de personas ahora era inmensa una multitud, que me veía. No podía apreciar absolutamente nada de lo que era el jardín, si no la cantidad de gente que opacaba todo mi entorno, cuya cifra era incontable.

Se me hico un nudo en la garganta, Viendo como aquellas personas, como poco a poco se me acercaban; todas, hasta la última de ellas, queriendo comunicarse.

NOCHE PARANORMAL©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora