MOMENTO 50

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En este momento, siento como alguien me clava una estaca en la espalda, usando su penetrante mirada. Parada muy tensa frente a la ventana, me giro y veo hacia la camilla, quedándome atónita y en shock.

—Maggie, estaba esperando tu llegada.

Mi corazón toca fondo.

Danielo está sentado en la camilla. Me invade el nerviosismo y mi respiración se acelera.

—Al fin, ahora puedo salvarte.

Se levanta de la camilla y se arranca las inyecciones, y todo lo que lo conecta a esas máquinas. Me ájelo y pienso que me va a atacar.

Camino a la puerta, cuando se libera de todo, pero su mano fría agarra con fuerza la mía.

—¡Sueltame! —saco un grito.

—¡Tenemos que huir! —dice y agrega —. Ella viene por ti, viene por todos nosotros.

—¿Por quienes? —le pregunto nerviosa.

—A todos lo que ella quiere.

Se va la luz, todo queda oscuro. El lugar es invadido por el silencio, aunque solo se escucha mi respiración desenfrenada.

La luz se enciende.

—¡Vámonos ahora! —Danielo me jala y mi cuerpo estando débil, se deja llevar por una fuerza brusca.

Salimos del cuarto. Me vuelve a empujar y ahora corremos hacia las escaleras. Mi mirada se topa con la de Melissa y ella se queda sorprendida con teléfono en mano.

Danielo empieza a bajar por las escaleras y hago un tremendo esfuerzo para no tropezar con ellas. Esta del descalzo y con su cabello despeinado.

Corremos por varias secciones de la casa, como si estuviésemos en un laberinto. Nos topamos con la señora que limpia, y Danielo la quita de nuestro camino empujándola, haciéndola caer en el suelo, junto con toda la comida que llevaba en una bandeja.

Me suelta. Estamos en una especie de sala de suelo; donde no hay nadie. Danielo parece buscar una salida y yo una explicación para esto, porque aun no comprendo muy bien que es lo que pasa.

—Necesito alejarte de ella —dice.

—¿De quién? —pregunto, recordando que está loco.

—¡Allí esta!

Corre hacia mí y me abraza, mientras me arrastra en dirección a un cuarto, y me tira rústicamente en él. Mis nalgas aterrizan. Me golpeó la cabeza con una pared de manera, hallada a mis espaldas.

Es un pequeño armario. Hay algunas prendas encima de mi cabeza, y por medio de los orificios que hay en ambas puertas, puedo aprecio un poco de forma forzada, lo que hay allá afuera.

Con mis ojos puedo apreciar el cuerpo gordo de Danielo, parado frente al armario, dándome las espaldas. Esta vestido de azul y parece estar temblando, al igual que yo.

—Aléjate —habla con una voz ahogada —. Nunca lo lograras.

Escucho susurros. Me acerco y asomo mi mirada por los orificios de la puerta, y me doy cuenta, de que Danielo no está solo en la habitación; hay alguien parado cerca de la puerta, está sucia y esparce un olor a sangre a cada rincón.

El nudo en mi garganta se incrementa.

—No puedes hacerlo, por favor.

Danielo aumenta el volumen de su voz y yo retrocedo exaltada. Mi espalda se pega contra la pared.

—¡Evelin no!

Danielo corre hacia delante, pero este es empujado hacia el suelo por esta persona. El grita desesperado, y yo me abrazo a mí misma, sin querer ver y oír nada. Se escuchan chillidos y rasguño de piel; como sus huesos truenan, como se retuercen y se rompen.

Con mis ojos llorosos, decido mirar de reojo. El cuerpo de Danielo está en el piso, y un charco de color rojo cubre la alfombra, que se hace más grande a cada minuto. Me imagino lo peor, porque está pasando lo peor.

Está parada en frente de Danielo. Allí esta. Me está viendo, sabe que estoy aquí. Viene por mí.

Está caminando. No por favor, Dios mío. Debo escapar.

Me preparo para salir corriendo y dejar este sitio, pero la luz de la sala, se apaga.

NOCHE PARANORMAL©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora