Era jueves.
Y Kara habría recordado el hecho de que Lena le pidió no volver a casa ese día en específico, eso si no tuviera que lidiar con el hecho de que ahora tenía aquella fuerza sobrehumana y la única forma de que pudiera ser 'normal' era bebiendo aquella extraña poción que Lena le había dado antes de que fuera a trabajar ese día. Pero como le había dicho la bruja, el efecto no era permanente y debía beberlo cada cierto tiempo, cada cuarenta y cinco minutos, exactamente. La rubia no había parado de mirar el reloj cada cinco minutos, y fue esa inquietud la que la hizo olvidar aquella advertencia que le había dado Lena.
Con todo el cansancio que sentía por el día tan ajetreado que había tenido, Kara abrió la puerta de su departamento, adentrándose en él mientras arrastraba los pies por la sala.
—Estoy en casa —habló la rubia con pesadez y para su sorpresa, aunque las luces se hallaban encendidas, no había rastro de la mujer de piel pálida —¿Lena?
Arqueando una ceja, Kara se aventuró a buscar a la mujer en la habitación que compartían, sin embargo, no encontró a la bruja. Alzando sus hombros en un gesto de desinterés, Kara dejó caer su bolsa en el suelo, tirándose sobre la cama y cerrando los ojos. No supo en qué momento o durante cuánto tiempo cayó en los brazos de Morfeo, pero varios susurros provenientes de algún sitio hicieron que despertara. Sentándose en la cama miró a su alrededor, encontrándose con que también podía oír algunos ruidos silvestres, lo cual le pareció bastante extraño, pues se hallaba en un edificio en medio de la ciudad, ruidos como el de una cascada no podían ser normales.
Se dirigió a la sala de estar, encontrando el televisor apagado, además de que aquellos ruidos se escuchaban lejanos allí, era en su habitación donde residía el ruido. Entró de nueva cuenta en el lugar y no fue hasta que abrió el closet que pudo escuchar con claridad lo que estaba impidiendo su dulce sueño. Apartando la ropa del closet se encontró con una especie de portal oscuro. Intentó ver lo que había del otro lado, pero sólo podía ver una pequeña luz a lo lejos. El miedo a adentrarse en aquel portal la abandonó cuando sólo con tocarlo traspasó el mismo.
—¡¿Qué demonios?! —Kara miró a su alrededor, estaba es un bosque —¿D-Dónde estoy? ¿Qué es esto?
El frío que sintió la hizo temblar, girándose a su espalda se encontró con las luces de su habitación y la ropa de su closet. Tragando con algo de fuerza, la rubia estaba a punto de tocarlo cuando algo lo impidió moverse. El pánico la invadió cuando levitó en el aire y comenzó a alejarse de aquella entrada.
—Vaya, vaya... mira lo que encontré Julia, tenías razón ¡había un fisgón aquí! —Kara abrió sus ojos con sorpresa, algo la hizo girar en su sitio y entonces, logró estar cara a cara con una mujer de aspecto asiático cuya mirada la hizo sentir un escalofrío por todo su cuerpo. Aquella mujer estaba siendo acompañada por otra de piel oscuro —Nuestra señora se sentirá complacida al saber que no sacrificamos a una sino a dos cazadores para traerla de vuelta.
—Bastante complacida.
Ambas soltaron una risa burlona y Kara quiso negar con su cabeza y gritar, quiso salir huyendo de allí corriendo, pero la extraña magia de la mujer se lo impedía. Ellas las llevaron hasta una fogata y entonces el pánico la invadió. Había una chica, una chica muy joven y de paso embarazada, atada en una especie de pedestal largo de piedra con nada más que un vestido blanco traslucido cubriendo su cuerpo. Bajo el pedestal mesa, en el suelo, había un pentagrama dibujado y en tres puntas del mismo se hallaban paradas tres personas con túnicas negras, a las cuales no les pudo ver el rostro debido a que aquellas túnicas poseían capuchas y las tres las tenían puestas. Una de ellas, la que se hallaba en el centro, poseía una daga en sus manos.
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Blue Monday
FanficKara Danvers es una joven común que desde que recuerda ha tenido mala suerte. Su vida da un giro completo cuando se muda a National City, alquilando un departamento que, según el casero del edificio, se encontraba deshabitado hace meses. Es entonces...