Cap. 18- Blood

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Kara permaneció mirando a Lena y a Gayle en silencio, cubriendo su boca con una de sus manos. Entonces supo por qué Imra permaneció en silencio la mayoría del tiempo que duró aquella cena, ella en realidad no tenía nada que decir porque estaba engañando a Mike con Gayle. Kara fijó sus ojos en Lena, señalándola con sorpresa. Por eso fue que la mujer miraba a Lena con miedo cuando estuvieron frente a frente y tomó su mano con un leve temblor, porque Lena la conocía. El trío de brujas permaneció mirándola expectante y no fue hasta que el ruido de una ventana rompiéndose las alertó que todas giraron a mirar a espaldas de Lena, quien dio un pequeño salto al instante en que el ruido se produjo.

—¡Ay! —se quejó la pelinegra al tiempo que se tomaba el brazo por encima de su túnica oscura, mirando a su alrededor confundida —¿Qué demonios fue eso?

—Una ventana rota por una piedra, —Leslie se acercó a la ventana, mirando a las afueras de la casa con una ceja alzada, viendo varios niños en las afueras de su propiedad —, sólo son niños.

—Pero... —la bruja miró su brazo, sacándolo de su túnica. Tenía un rasguño, como si un dardo o algo parecido la hubiera rozado —¡Algo me rozó! —caminó hasta la ventana, apartando a Leslie y mirando los techos de las casas y tiendas cercanas, no obstante, no pudo ver nada o nadie afuera, pues además de encontrarse oscuro, el lugar era iluminado por apenas unas cuantas luces y había diversos árboles a su alrededor. Estrechó sus ojos, pensando que quizás alguno de los magos que había atacado a Kara había seguido su rastro hasta allí, sin embargo, descartó la idea al no sentir el aura de alguno de los dos. Soltó un suspiro y haciendo un gesto con su mano la ventana volvió a reconstruirse. Tomó la roca, la cual se encontraba llena de sangre y sólo se alzó de hombros dejándola sobre una mesita cerca de la escalera —Necios impuros, no saben hacer flotar una tonta piedra.

—¡Tu hija está saliendo con la esposa de mi ex!

—No es mi hija, es mi... —Lena volvió sobre sus pasos, posicionándose a un lado de Gayle, mirándola de arriba abajo y arreglando un poco sus cabellos, causando que ella girara sus ojos con molestia —, mi pupila. ¿No puedes usar ropa más oscura? Sabes que odio el rojo —le preguntó a la joven, quien llevaba unos jeans azules y una camisa sin mangas roja. Lena agitó su mano frente a ella, haciendo que sus ropas cambiaran por una chaqueta de cuero negra y unos pantalones del mismo color ajustados —Perfecto, negro... el color que toda buena bruja debe vestir.

—¡No soy tu hija! —ella abrió la chaqueta, encontrándose una camisa de tirantes negra bajo la misma —¡Agh! Puedo vestirme como quiera, maldición, ¡no tengo diez años!

—Pero tampoco tienes los cien —habló Leslie, tocando su cabello, arreglando sus rizos —¿Qué has estado usando para lavar tu cabello? ¿Champú humano? —Gayle iba a hablar, sin embargo, ella no la dejó —¡Te he dicho que esas cosas dañan el cabello! Debes usar-

—¡Baba de unicornio! Lo sé, ¿bien? ¡No deben repetir todo siempre! ¿Sí recuerdan que soy-

—Clarividente, claro.

Dijeron ambas brujas, girando sus ojos. Lena negó con su cabeza, colocando una mano en su frente con decepción mientras se preguntaba en voz baja qué hizo mal, mientras que Leslie cruzaba sus brazos y negaba con su cabeza, mirando en otra dirección. Kara soltó una pequeña risa, mirando cómo la bruja más joven soltaba un grito ahogado de exasperación, abriéndose paso entre ellas para bajar por las escaleras.

—¡Oh, espera! —Lena la siguió, tomando a Kara de la mano y haciendo que bajara junto con ella —Necesito un favor, ya que eres... la mejor clarividente del mundo.

—¡Para de hacer bromas! —la rubia estrechó sus ojos, pasando por unas cortinas que se encontraban al lado derecho del mostrador, entrando a un pequeño cuarto que parecía más una sala, la cual no era más que su lugar de trabajo. Había un sillón frente a un sillón y en medio de ambos una mesa de ratón. Gayle se sentó en el sillón, mirando cómo Lena la había seguido hasta allí —¡Y para de seguirme! No puedo estar en mi habitación, ¿y tampoco en mi lugar de trabajo?

Blue MondayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora