Su mesversario con Kara sería en dos días. No es que ella había estado contando los días uno a uno desde que se conocieron y descubrió que ella era quien podía salvarla, para nada. Ella sólo se dio cuenta porque el día anterior de conocer a Kara la luna se encontraba en su cuarto menguante, y se fijó que la noche anterior hubo cuarto menguante, lo que quería decir que habían pasado exactamente veintisiete días, veintiuna horas y, si no se equivocaba, treinta y nueve minutos. Miró el reloj de pared que se encontraba en la cocina, sólo para cerciorarse de que sus cálculos no fallaban y, efectivamente, aquel tiempo era el correcto. Hizo que el plato de su almuerzo y la copa en la que bebió vino flotaran hasta el lavabo, comenzando a limpiarse por sí solos. Caminó a la habitación, buscando en el closet algo que ponerse, decidiéndose por un pantalón negro ceñido y una camiseta sin mangas de color turquesa... a la cual estaba segura Kara definiría de color "aguamarina". Giró sus ojos, soltando una risa al recordar la duda de la rubia ¿cómo podía ser tan tonta? Eran colores totalmente diferentes.
Se apresuró a tomar una ducha y se vistió con la ropa que eligió, además de ponerse unos zapatos de tacón negros. Sonrió con soberbia cuando se miró al espejo. Simplemente perfecta, no había otra palabra para definirse a sí misma. Con aquella sonrisa hizo un gesto de su mano, y al instante su cabello húmedo se encontraba seco y desenredado. ¡Di-vi-na!, ¡no! Divinamente perfecta, así se veía... como siempre. Cogió su túnica negra del perchero detrás de la puerta de la habitación, colocándosela encima, poniéndose la capucha para cubrir su rostro. Salió hasta el balcón que poseía su departamento y susurrando unas palabras en latín se convirtió en un cuervo. Se removió en aquella forma, agitando un poco sus alas, logró ver su reflejo en las cristalinas ventanas de su hogar y emitió un graznido ¿cómo era posible que se viera tan maravillosa incluso en la forma de un cuervo? Esas plumas brillantes, ese pico fuerte. Levantó una de sus alas y la observó con detenimiento. Su padre siempre le dijo que sólo la perfección era aceptable y ella... ella era eso y más. Soltó otro graznido antes de por fin ponerse en marcha en dirección al cielo.
Se detuvo en el techo de su antigua tienda, y aunque había humo saliendo de la chimenea ella revoloteó unos instantes en la misma antes de adentrarse en ella, cerrando sus ojos y evitando respirar aquel humo negro. Sólo abrió los ojos cuando sintió el calor que irradiaba de la leña encendida en la chimenea y entonces desvió su vuelo dentro de la tienda y en el momento en que se halló en el interior de la misma un humo negro la cubrió y entonces pisó aquella alfombra de piel de oso que cubría parte del piso de madera del local. Giró su cabeza a su izquierda, encontrándose con Leslie, que la miraba con una bomba de chicle saliendo de su boca. Permanecieron mirándose en silencio por unos segundos, hasta que el ruido de la burbuja de su chicle reventándose perturbó el mismo y entonces Leslie dio tres aplausos de forma lenta y floja, mientras que con sus dientes metía los residuos de chicle esparcidos por su rostro en su boca.
—Te daré un nueve por tu entrada —Lena estrechó sus ojos y entonces la mujer de cabello blanco señaló la chimenea, sonriendo con burla —, hubiera sido más interesante si el fuego se hubiera apagado por la fuerte brisa que produjiste... pero no lo hizo. —con un simple movimiento de su mano la llama que quemaba aquellos troncos secos se disipó y entonces Leslie soltó una risa —. Bien, tú ganas jefa... un diez por la perfecta entrada, como siempre.
—Cállate ya, vine aquí por algo.
—Lo sé. —el tono seguro con el que dijo eso causó que Lena arqueara una ceja, preguntándose si Reign le había dicho algo acerca de sus planes para el viernes por la noche. Agachándose frente a ella, Leslie se apresuró a buscar en los cajones que poseía aquel mostrador y para cuando volvió a levantarse miró a Lena con una sonrisa engreída. Entonces dejó un rollo de papel sobre el mostrador —. Allí tienes, ¡lo trajeron esta mañana!
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Blue Monday
FanfictionKara Danvers es una joven común que desde que recuerda ha tenido mala suerte. Su vida da un giro completo cuando se muda a National City, alquilando un departamento que, según el casero del edificio, se encontraba deshabitado hace meses. Es entonces...