Capítulo 6. «Doble cara»

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—Y... —Connor seguía tratando de controlarse, Piperina se acercó, lo tomó de la barbilla y le transimitió su calor.

—Estás bien —dijo—. Controlado.

El susurro mortal se hacía cada vez más efectivo. Connor sintió que su cuerpo, con los sentidos al tope, reaccionó al instante a los mandatos de Piperina. Sintiéndose bien, siguió hablando:

—Entiendo que creyeran que Zara era una gran amenaza. Lo sigue siendo, aun cuando perdió a los de mi raza. ¡Silas es un semidiós, hijo de la misma oscuridad! Tiemblo cuando pienso en ellos.

—Eres fuerte Connor. Y aunque crea que Amaris está teniendo sueños demasiado imposibles, me alegra que los tenga —al ver la interrogación en su rostro, explicando con una delicadeza que no sabía que tenía—: Antes no sabía que hacer con su poder. Estaba perdiéndose y, poco a poco, se estaba alejando de nosotros. Ahora tiene motivaciones, quiere aprender, volverse fuerte.

—Vaya, eso si que es...

La puerta del lugar se abrió interrumpiendo lo que sea que Connor fuera a decir. Por ahí apareció Alannah, tan luminosa y confiada como siempre. Para todos la misión parecía haber dejado estragos, pero para ella no. Seguía igual.

—La reina te está buscando. No pude negarme a confesarle el lugar Amaris y tú han estado escondidas por tanto tiempo, lo siento.

Piperina no le temía a su madre, pero si le temía a lo que pudiera decir. Pronto su corazón comenzó a latir con rapidez, y antes de que pudiera decir algo, Connor fue el que habló:

—Sí está aquí... ¿Por qué no entra?

Alannah suspiró, y alzando los hombros, respondió:

—No quiere entrar aquí. Una reina no entra en lugares tan sucios.

Piperina entrecerró los ojos. Había visto a su madre en lugares más andrajosos que ese. Y, en todo caso, no tenía mucho sentido porque, en el torneo, la reina había dejado a Adaliah andar en el medio de la selva a pesar de que su título como reina estaba casi decidido.

—Está bien, saldremos, dile que estoy con ella en unos segundos —dijo Piperina. Una vez que Alannah estuvo afuera, le advirtió a Connor:

—No dejes que note que estás nervioso frente a ella, porque entonces lo aprovechará y estaremos hechos papilla.

—Es la reina, ella siempre tiene a todos nerviosos —farfulló Connor en tono burlón—. ¿De qué serviría siquiera intentar negarlo?

—Es que mi madre es complicada —explicó Piperina—. Tal vez muchos no lo sepan, pero tiene varias caras. Dependiendo de como seas, ella te respetará, te herirá, o te apoyará.

—Eso ya me está dando miedo —dijo Connor—. Pero no te preocupes por mí. Debes preocuparte por tí, que eres diferente a como eras antes. Eres poderosa, representas a toda una nueva clase que está surgiendo de las cenizas.

Piperina asintió. No había nada que responder a eso, porque sabía que era totalmente cierto.

Desde que regresara de la misión, e incluso antes, Piperina había estado evadiendo a su madre. Nunca había tenido que preocuparse por sus múltiples personalidades, pero una vez que Piperina se hizo importante comenzó a notar que su madre la miraba de forma distinta.

No tenía que decirlo, estaba eligiendo su destino. Meditando la forma en que, de mejor manera, podría utilizar a esta nueva pieza en su tablero.

No es que su madre fuera mala, no es que sus motivos fueran frívolos.

La verdad era una, Brianna Stormsword era una reina. No estaba viendo por ella, estaba viendo por toda una nación y, por lo que había visto y vivido, Piperina sabía que sus convicciones eran justas, que sus decisiones siempre solían ser certeras. Era una buena gobernante, había que admitirlo.

Ecos de sol.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora