—Así que, y ustedes están seguros, Alannah es la mejor con la música —dijo Suzzet, la furia aún resonando en su voz—. Necesitamos que alguien baile, si es que la llevaremos. Y alguien que recite, porque eso también les gusta. Sino pasamos esto...
—Piperina y Amaris saben bailar —interrumpió Zedric, cual padre orgulloso—. Nathan recitará, es buenísimo haciéndolo.
—La cosa se hará al atardecer —insistió Suzzet—. Al menos practiquen un poco para que no salga tan mal.
—Lo hemos hecho muchas veces —intervinó Alannah—. Soy muy buena con la corneta lunar y siempre que llegamos a un nuevo lugar nos piden que hagamos espectáculos para los más grandes nobles. No te preocupes por eso. Niñas, ¿Está bien qué les mostremos el canto de noche?
—No —respondió Piperina—. Es muy lento. Mejor hagamos algo divertido, como la danza de las luciérnagas.
—Insisto en que bailemos el canto de la noche. Por mucho es el que mejor puedo tocar.
—Pues la danza de las luciérnagas es lo que mejor podemos bailar, y Amaris concuerda conmigo, ¿No es así?
Amaris suspiró, cansada de oír a sus hermanas discutir. Ya era algo de siempre, constantemente se encontraban peleando por las cosas más mínimas. Buscando paz entre las dos, dijo:
—Hagamos una combinación. Comenzamos con el canto de la noche, que es lenta, y terminamos con la danza de las luciérnagas. ¿Está bien para las dos, o tienen otra cosa por la cuál pelear?
—Está bien —respondió Piperina, la única persona sin la cordura como para avergonzarse. Alannah bajó la mirada, tan inocente como siempre.
Justo en aquel momento el barco comenzó a tambalearse. En la lejanía una especie de tornado parecía acercarse, y al enfocar la misión Amaris apenas si pudo notar de lo que se trataba.
Era Harry montado en Lindo, el dragón de Zedric. Aun seguía sin asimilar la existencia de estos grandes seres y su maravillosa magnificencia.
Harry bajó del dragón, su rostro serio y mirada decidida.
—El rey está furioso, no podrá esconder tú ausencia por mucho tiempo más.
Zedric suspiró. No quería que los demás se enteraran de sus problemas, porque comenzó a hablar bajo y fue con Harry hacia los camarotes.
🌙🌙🌙
Ensayar fue prácticamente imposible. Piperina se mantuvo inquieta todo el tramo intermedio de tiempo, llena de nerviosismo por lo que venía.
Nathan iba a su lado mientras caminaban hacia la explanada de espectáculos. Suzzet les había explicado que en aquel lugar de decidía a los mejores para ir a presentarse frente a la nobleza, a los más grandes artistas. Era una especie de iniciación.
—No sabía que fueras bueno recitando —no tuvo opción que decir Piperina mientras llegaban a esta gran explanada. Era, más bien, una especie de teatro.
Había escalones para el público, (al menos cien que iban en forma ascendente), y un escenario grande y maravillosamente decorado de forma rústica pero vistosa y elegante.
En casa habían escenarios, pero eran más altos, el público estaba debajo en butacas o sillas elegantes. No eran edificios en sí, pero estaban apunto de serlo.
—Y yo no sabía que tú bailabas.
Nathan se adelantó. Amaris alcanzó a Piperina. Se veía emocionada, sus ojos brillaban y su cabello negro se ondulaba con la brisa de la noche.
ESTÁS LEYENDO
Ecos de sol.
FantasySer un líder es difícil. Drena todo de tí, te lleva hasta el punto más crítico de la existencia. Zedric no quiere serlo. No quiere gobernar a un reino que desconoce, no quiere luchar contra una enemiga conocida. Sólo quiere ser libre, e intentará...