Capítulo 48. «En el momento menos esperado»

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—¿Sephira? ¿Eres tú? —Amaris no podía creer lo que veía. Era la chica que le había instruido, pero algo en ella era distinto. Estaba más luminosa, sana, inmortal.

—Sí, Amaris, soy yo —contestó—. Cómo siempre, y antes de cada batalla, estoy aquí para tí.

Amaris corrió y la abrazó. No sabía dónde estaban, pero le alegraba ver a su vieja amiga.

—¿Por qué estás...?

—¿Tan diferente? —completó ella—. Lo sabes. No estoy viva y esto que ves es mi alma, en su estado más puro, hacia tí.

—Nunca había hablado con tú espíritu después de la muerte —observó Amaris—. Esto es...

—Extraño. Claro que lo es, y es por eso mismo que nunca hablé contigo en el presente, como la Sephira que soy ahora. He cambiado mucho, pero ahora, que es el momento, eso no importa.

—Eso es cierto, la lucha está cerca.

—Claro que lo está y, aunque no lo creas, este no será el final. Aún hay un gran camino por recorrer, pase lo que pase.

Los ojos de Sephira estaban llenos de decisión. Amaris deseó ser como ella, no tenerle miedo al futuro, vivir con seguridad, tranquila.

—¿Qué es lo qué querías decirme? —preguntó, insegura—. Yo... —dudó— no sé si mañana siga viva. Tal vez está sea mi oportunidad para reunirme con Ranik y todo estuvo perdido desde el principio. Solo sé una cosa y es que...

—Amaris, te mostraré un par de cosas. Necesito que estés atenta, que veas más allá, y que entiendas lo que está sucediendo.

Sephira la tomó de la mano. Amaris, que había quedado en silencio por la incertidumbre, asintió y dejó que los recuerdos de su amiga la invadieran. Vió las luchas interminables que había tenido en el Inframundo, la valentía con la que Ranik, Cara, Iben, Hiden y Elena habían luchado a su lado.

Al llegar al final, con el Dios entonando su profecía, Amaris se sintió aterrorizada. Habían demasiadas piezas frente a ella, todas puestas en una imagen que enseguida pudo comprender.

—Esto es... —murmuró—. A eso se refiere el fin de una era. Las eras no tienen que ver con qué poder rige en Erydas, sino quién rige ese poder. Los dioses. Ellos serán reemplazados, y esto comienza con Saphir y su profecía. Él no esperará a que le quiten su poder, lo está dando voluntariamente. Cuando la princesa de las sirenas nos dijo que esto había pasado...

—Amaris, ahora entiendes lo que sucede. Esto está más allá de un dominio, se trata de una pelea por todos los dominios, y quién gane el Inframundo tendrá ventaja sobre los demás, es el principio de todo.

—¿Y quién es mejor para ganarlo? ¿Cómo saber cuál es el punto de unión entre el Inframundo y Erydas?

—Tú lo sabes. Lo sabes perfectamente. Ese lugar nos unió por primera vez.

—Sezelhem.

—No es coincidencia que todo haya comenzado ahí. ¿Sabes?

—Entonces, y en Sezelhem, alguien se convertirá en un Dios pronto.

—Será Cara. Ella está destinada a hacerlo. Tú, Amaris, tienes que preocuparte por la defensa del lugar. Lo demás sucederá por sí mismo, no tienes de qué preocuparte.

—Si tengo porqué —explicó Amaris—. No entiendo porque están sucediendo estas cosas, ¿Sólo dejaré entonces que todo suceda y ya? Necesito saber.

—Amaris, lo sabrás a su tiempo. Eso es algo que aún no entiendes del poder de la clarividencia. Todo, absolutamente todo, sucede por algo. Sólo deja que sucedan las cosas, que caigan por su propio peso, confía en las señales, en la ayuda de otros seres como tú, y el momento indicado llegará, y entonces entenderás todo.

Ecos de sol.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora