Capítulo 24. «La muerte en persona»

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—Vaya, sí que estás en sintonía con lo que sucede —dijo Piperina después de oír el discurso de Zedric, divertida—. Y me parece genial, pero...

—¿Pero qué? —inquirió Amaris, que estaba apunto de perder la cordura—. Ya estoy cansada de oírlos discutir. Esta conversación está perdiendo el sentido, comenzando a tratarse más de quién convence a quién que de otra cosa. ¿Y sí mejor buscamos respuestas y sabemos quién realmente tenía la razón?

—¿Y dónde, según tú, es mejor buscar? —preguntó Connor en un tono que nunca había usado con Amaris. Aquello le pareció lo suficientemente raro como para que en su lista de cosas pendientes pusiera el hablar con él y tratar de saber más sobre su experiencia de viaje entre reinos.

—La provincia Goldshine tuvo un volcán en tiempos remotos. Antes, cuando estaba aprendiendo sobre mis dones, deseaba viajar a ver su pasado para observar las leyendas sobre él con mis propios ojos.

—¿Qué tipo de leyendas? —preguntó Skrain. Poco había hablado desde su llegada, sus ojos grises fijos en el horizonte, como si percibiera algo—. Presiento la muerte aquí, hay algo que...

Skrain fue silenciado cuando un crujido se escuchó y, por un momento, pareció silenciar a toda la ciudad, que corría llena de temor.

Piperina estaba doblada en el suelo, sus manos firmemente puestas en sus costados, como si alguien la hubiera golpeado.

Skrain, que estaba a su lado, la mantuvo en sus brazos, mientras que Alannah, otra de las personas que no había sido partícipe de la conversación, corrió y se arrodilló a su lado. Llamó agua de la fuente, (Triya le compartió conocimiento referente a la curación desde que se habían juntado), y trató de salvarla. Enseguida entrecerró los ojos y dijo:

—Hay algo muy raro aquí.

—¿Qué? —preguntó Amaris. Ella también se arrodilló al lado de su hermana, llena de preocupación.

—Siento que el dolor de Piperina no tiene ningún origen. Es sólo como si estuviera ahí, haciéndole daño, pero no sé de donde viene. Pareciera que...

—¡Pero es imposible! —respondió, entendiendo enseguida hacia donde se dirigía ella—. No.

—¿Qué están diciendo? —preguntó Skrain, confundido.

Zedric explicó:

—La unión, como suele llamarse en nuestros reinos, es un antiguo ritual que suele hacerse cuando dos jóvenes contraen en matrimonio. Esta unión es tan sagrada que incluso los une en cuerpo y alma, une sus habilidades en cierto modo, y su salud, y...

—Pero Piperina no se ha unido a nadie —intervino Connor—, la boda con Nathan estaba programada para...

—Pero en ocasiones los padres prefieren unirlos incluso antes de la ceremonia con la idea arcaica de que si están juntos antes del matrimonio el hechizo no será efectivo. Es cosa de familia.

—¿Eso no quiere decir que Nathan le está transmitiendo su dolor a ella? —inquirió Zedric—. ¿Está vivo?

—Pues no por mucho tiempo —murmuró Alannah, que ya tenía la frente perlada por el esfuerzo y el sudor—. Parece que se mantenía vivo por ella, pero ahora...

—¿Ahora qué?

Otro estallido los silenció. Alannah comenzó a murmurar palabras inintilegibles, Piperina seguía retorciéndose y la tierra con ella, hasta que, de improvisto, el silencio llenó de nuevo el ambiente.

Amaris giró su rostro y apreció el desastre causado por el terremoto. Muchas casas habían resistido muy bien por ser de piedra, (sólo sus tejados parecían dañados), pero las demás, (las que estaban hechas de pura madera o cemento y mayormente apostadas en las afueras de la ciudad), habían caído por completo.

Ecos de sol.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora