Recoger el desastre dejado por una guerra es una cosa bastante dolorosa.
Había muertos, demasiados, y la costa de tornó de color rojo, los cuerpos rondando a su alrededor.
Alannah y las hermanas Birdwind usaron el agua para limpiar, mientras que Piperina, en vez de deshacerse de la muralla que había usado para proteger la isla, la hizo aún más alta, gruesa, le agregó puestos de vigilancia e hizo que se extendiera hasta más allá de las puertas de la muerte.
—Esta isla ahora es importante y, aunque ya no haya algo que reclamar, estoy segura de que tiene muchos secretos.
Amaris asintió.
Skrain bajó del cielo, (aún seguía siendo extraño verlo volar, pero desde que habían usado el cetro el poder de todos había crecido muchísimo, así que debían acostumbrarse), y abrazó a Piperina en un acto de desenfrenado alivio.
—¿Estás bien? —preguntó ella. Skrain asintió, pero su respuesta no fue del todo buena, ya que dijo:
—Por el momento estamos seguros, pero si Zara vuelve, ahora que es una diosa...
—Tiene lo que quería —dijo Zedric, que también había regresado de dar una ronda para asegurarse de que todos estuvieran a salvo y ayudar a los heridos—. Es una diosa, tiene más poder del que se merece, sí, pero no creo que valga la pena venir a molestar a quién le dió ese poder.
—Además —insistió Amaris—, tenemos a Cara de nuestro lado y estará protegiéndonos desde el Inframundo. No sé qué diosa sea Zara, a quién le haya quitado su poder, pero no creo que sea tan poderosa como nuestra amiga, que ahora gobierna el Inframundo.
—Ahora sólo hay que preocuparnos por volver a casa —dijo Zedric—. Tenemos mucho que hacer.
—Que así sea —dijo Piperina.
🌙🌙🌙
Cientos de balsas y barcos llegaron esa tarde a Sezelhem. Los barcos iban hacia lugares lejanos, las balsas hacia la Isla Real.
—Espera —Amaris detuvo a Piperina antes de que está subiera a cualquier balsa—. No iré contigo, lo siento.
Piperina giró su rostro y miró hacia Skrain, (el auténtico heredero del cetro), y hacia su hermana, Alannah, que esperaban ansiosos y, al parecer, sin ningún conocimiento de las nuevas motivaciones de Amaris.
—¿Por qué? ¿Qué pasa?
Amaris parecía estar apunto de llorar, pero ni una lágrima salió de sus ojos. En cambio, explicó:
—Vi a Ranik irse y yo... —suspiró—. Todo está hecho. Ganamos esta batalla, el Inframundo está en buenas manos...
—Amaris, no des rodeos —insistió Piperina—. ¿A dónde vas?
—Creo que todos estamos destinados a un futuro bastante incierto —contestó ella—. Las cosas sólo acaban de comenzar con Cara pero, con todo el poder que ese cetro tiene, si lo seguimos usando, nos convertiremos en dioses, le quitaremos el poder a esos entes que han gobernado por tantos años y... —carraspeó—. Yo no quiero eso. Quiero estar lejos de todo ese caos. Iré con los elfos y dejaré mi poder porque, simplemente, no quiero vivir con estas responsabilidades, con este dolor...
—No estás segura de que...
—Lo estoy. Pero yo no quiero eso para mí. Ya alejé a Ranik una vez haciéndole una promesa a la diosa de la venganza, y ahora, si sigo con esto...
Piperina negó con la cabeza. No lo aprobaba.
—¿Crees qué esto fue todo? Las guerras seguirán y siempre habrá peligros. No puedes alejarte de tú poder, de todos los que te queremos. Zedric diría que...
ESTÁS LEYENDO
Ecos de sol.
FantasySer un líder es difícil. Drena todo de tí, te lleva hasta el punto más crítico de la existencia. Zedric no quiere serlo. No quiere gobernar a un reino que desconoce, no quiere luchar contra una enemiga conocida. Sólo quiere ser libre, e intentará...