Decidí irme por mis medios de la cafetería, evitar que Gastón me llevase y así pensar en el camino. Me apenaba el hecho de que él se haya esforzado tanto por conseguir un día maravilloso por cuatro meses de novios y yo simplemente me haya encontrado sumida en una discordia conmigo misma; no podía recordar un aniversario, no podía darle todo lo que él me daba ni tampoco podía amarlo de la misma manera en la que él lo hacía. Mi día había sido exhaustivo, comencé la facultad luego de tener un cruce tenso con mi madre, olvidé una fecha importante dentro de mi noviazgo, conocí dos chicas a las que ni siquiera estaba segura si les agradé y, para completar, terminé siendo obligada a acudir a una cena de la que no quería ser parte.
Ingresé a mi casa con los pies arrastrando, dejé mi bolso sobre un sillón individual y tuve las intenciones de ir hacia mi cuarto, pero fue entonces cuando apareció la voz de mi madre:
—Al fin llegaste, ¿cómo estuvo tu día? ¿Renovación de accesorios? —apuntó al colgante de mi cuello.
—Regalo de Gastón—me volteé hacia su dirección—, cuatro meses de noviazgo—expliqué con una mueca en el rostro.
—Pensé que irías a la casa de una de tus compañeras de facultad—se cruzó de brazos con el ceño fruncido—, no estaba enterada de los cuatro meses.
—¡Qué coincidencia, yo tampoco!—alcé mis brazos para gesticular mis palabras. Me giré sobre mis talones y volví a rumbearme hacia mi habitación.
—¿A dónde crees que vas? —preguntó mamá, levantando el tono de voz.
Mierda, pensé mientras me frenaba nuevamente en mi lugar.
—¿A dormir? —dudé de mi respuesta, aun manteniéndome de espaldas.
—Carlos te espera en la cocina, y tu plato igual—habló con tenacidad.
—Tuve un día estresante—me volteé para mirarla con los ojos cansados y una posición encorvada, debía exagerar mi estado.
—Creo que la agenda de Carlos no está tan llena, podríamos iniciar una sesión mañana mismo ¿te gustaría? —levantó una ceja inquisitiva.
—¿Qué cocinaste de rico? —pregunté con una sonrisa falsa.
—Pollo al horno con papas ¿te apetece, hija?
—Muero de hambre, mamá—mascullé, caminando hacia la cocina.
Entré a la sala con mala cara y me esforcé por sacar una sonrisa en cuanto mis ojos encontraron los de Molles, quien me observaba sonriente.
—Hola, Nadia—saludó él, cordialmente.
—Hola—contesté, sentándome en una de las sillas de la mesa, frente a uno de los platos vacíos.
—La receta la saqué de un programa que me tiene maravillada—comentó mamá, mientras me servía una pata de pollo con papas.
—Seguro te salió mucho mejor que la conductora—se rio Molles, mientras cortaba un trozo de su plato.
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Sin Rencor | COMPLETA
Teen Fiction(SEGUNDA PARTE DE "SIN LÍMITES" | SIN EDITAR) Superar tu pasado, resolver tus problemas y volver a empezar no es una tarea sencilla cuando tienes en mente a la persona que te cambió la vida. El tiempo ha cumplido su función: los recuerdos comienzan...