Capítulo 21

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Alto, tonificado, fuerte, de espalda ancha y brazos musculosos

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Alto, tonificado, fuerte, de espalda ancha y brazos musculosos. Su rostro parecía estar tallado a mano; tenía unos ojos esmeraldas que te destinaban una mirada intensiva, que no perdía su encanto dulce y seductor, y los cuales estaban acompañados por unas cejas marrones pobladas. Sus labios proporcionados ocultaban una sonrisa tan conquistadora como intimidante, resplandeciente e hilerada, como las tres Marías en una noche despejada. Además, para completar el combo, no podía descartar su mandíbula definida, aquella nariz recta y  su cabello castaño claro revuelto, brillante y largo, que se le desordenaba al poco tiempo ante su lacio, a pesar de que tenía un jopo que se peinaba cada tanto pasándose los dedos de la mano. Tampoco podía descartar su voz masculinizada, una melodía de la puta madre que si era bien usada sería capaz de intimidar o seducir a quien sea.

Sebastián Jones había superado mis expectativas, y no me resultó difícil deducir que era él en el momento que ingresó al gimnasio con aquella sonrisa arrasadora.

"Créeme, los sabrás" me había dicho Sandra, acompañando sus palabras con una risa sarcástica que finalmente resultó ser honesta. Ahora su afirmación, su risa y aquel disgusto intensivo hacia Jones comenzaba a cobrar sentido, y el mío empezaba a sumar volumen.

—Walter—llamé al chico del mostrador una vez que terminé mi ejercicio en la cinta de correr—, ¿y Sebastián?

—Tuvo que salir a encargarse de unos asuntos—sonrió mientras golpeaba una lapicera contra la madera del mostrador.

—¿Asuntos? —fruncí el ceño, sin terminar de entender la razón de su sonrisa divertida.

—Mujeres—se encogió de hombros—. ¿Vos conocías a Sebastián?

—No, pero... él estaba asignándome una rutina—expliqué al mismo tiempo que observaba a través de los ventanales a la gente que pasaba por la vereda de enfrente del gimnasio.

—Si querés llamo a otro de mis compañeros y le pido que...

—No, ya me voy—lo interrumpí, caminando ligeramente hasta la salida.

El termino "mujeres" y "asuntos" era tan peligroso como advertidor, lo único que sabía era que Jones tenía un asunto bastante peculiar con Nadia, y venía encargándose de él desde hacía unos varios días, ¿qué podía concluir con ello? La respuesta se me presentó en el momento que, tras salir y fijarme hacia la izquierda y finalmente a la derecha, mis ojos captaron una escena que destruyó mi interior entero: Sebastián acorralaba a Nadia contra el frente de una vivienda, y la besaba con pasión y deseo. No pude moverme, estaba paralizado, y me resultaba increíble lo que estaba viendo.

No entendía cómo podían estar tan metidos en su mundo, envueltos en una química que se percibía a simple vista, mirándose el uno al otro con hambre y sentimiento, aproximados entre sí como si necesitasen desesperadamente tocarse, sentirse y acariciarse.

—No debí hacerlo—dijo Jones con la cabeza escondida en el cuello de Nadia, mientras que ella lo abrazaba.

—No, no debiste—respondí, sintiendo cómo mis manos temblaban y el corazón me palpitaba de manera frenética.

Sin Rencor | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora