No me sorprendió que Nadia admitiese que estuvo con Jones durante aquellas horas en las que se mantuvo desaparecida, pero sí me impactó ver semejante discordia entre madre e hija.
Me acerqué a Sandra, que estaba frente a la escalera por la que Bolton subió apresuradamente con un llanto en curso. Le había exigido a su madre que se hiciera un lado, y a pesar de que tenía razones por las cuales mostrarse enojada, no me parecía justo que le reclame espacio luego de que prácticamente la haya estado acompañando en cada caída que dio durante aquellos años difíciles a los que debió enfrentarse.
—Tranquila, hay que darle un respiro—recomendó Carlos, sentándose en el sillón y agarrando el sobre que Nadia arrojó sobre la mesa del centro.
—¿En serio hiciste eso, Sandra? —le pregunté a la mujer, mirando su perfil. No se había movido de su lugar, ni dijo palabra alguna luego de que la sala quedó en silencio. Estaba inmovilizada y perpleja, con los ojos brillando en lágrimas, pero retenidas por el orgullo.
—La estoy protegiendo de la peor persona a la que podría entregarse, Gastón—dijo, sin darse la vuelta para mirarme a los ojos—. Pero ya es tarde.
—No me parece correcto que...
—No me parece correcto que te metas en este asunto, Gastón—me interrumpió, girando su rostro para fijarse en mí. Lo hizo con odio, y noté que cargaba un enojo y tristeza que la desestabilizaba por completo.
—Mi novia salió llorando de acá por lo que le hizo, ¿y dice que quiere protegerla? Acaba de lastimarla.
—Hice lo que cualquier madre desesperada haría para salvar a su hija de las manos de un delincuente. Si no se hace a un lado, te prometo que lo mataré. —Me empujó a un costado, haciéndome tastabillar, y salió de la sala de estar hasta la cocina.
—Sandra—la llamó Molles, incorporándose del sillón y dejando una hoja A4 abierta sobre la mesa.
Carlos abandonó la sala para ir detrás de la madre de Nadia, por lo cual me acerqué hasta los sillones y me senté en uno de ellos para darme el tiempo de leer aquella carta. No sabía si me incumbía hacerlo, pero no podía retener la intriga que me sucumbía por saber lo que exactamente se leía en la hoja.
—¡Gastón! —me llamaron desde la cocina.
Solté el papel rápidamente y me levanté con velocidad, secándome las palmas sudadas en mi jean negro.
—¿Si? —caminé hasta cocina, asustado. No había llegado ni a leer el primer renglón que el universo ya se mostraba en mi contra.
—Lamento el trato que tuve con vos hoy—se disculpó mientras movía el vino de su copa; rotándola con ligeros movimientos circulares.
—Está bien, Sandra, entiendo que se tensionó un poco por la situación—dije, incomodado por la mirada fija que me dedicaba Molles—. Pero debería disculparse con Nadia, ¿no?
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Sin Rencor | COMPLETA
Teen Fiction(SEGUNDA PARTE DE "SIN LÍMITES" | SIN EDITAR) Superar tu pasado, resolver tus problemas y volver a empezar no es una tarea sencilla cuando tienes en mente a la persona que te cambió la vida. El tiempo ha cumplido su función: los recuerdos comienzan...