Capítulo 38

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Con un abogado a cargo del caso y pruebas acumuladas tras una profunda investigación de Molles, mi intranquilidad comenzó a cesar

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Con un abogado a cargo del caso y pruebas acumuladas tras una profunda investigación de Molles, mi intranquilidad comenzó a cesar.
Tal vez fue el tiempo el que me permitió reconocer que no podía quedarme sentada en la silla de aquella habitación vacía, desperdiciando horas allí paralizada, con el ruido de la aguja del reloj marcado los segundos y mi mente completamente en blanco. Nadie había logrado sacarme de allí hasta que Carlos llegó con sus brazos amplios dispuesto a abrazarme y empezar con la desesperada búsqueda de un profesional que se encargue de sacar de Jones, de salvarlo de una condena que en días podría hacerse realidad, de una condena que lo alejaría de mí y de todos los que lo rodeaban y querían.

Había logrado ser lo suficiente optimista como para considerar que el juez se compadecería de Sebastián y lo dejaría libre. Pensé en que aquel "te amo", aunque me había sonado como una despedida, sería el comienzo de una nueva etapa en nuestro amor, un punto aparte en nuestra historia. Aquel beso, aunque se había sentido como un adiós, sería una venda a todas nuestras cicatrices y heridas abiertas, un beso nuevo en un párrafo nuevo de nuestra nueva historia y su nuevo comienzo.

No pude evitar llorar, maldecir y trasnochar ante la ardiente preocupación que me quemaba el cuerpo hasta volverse insoportable. No quería perder el caso, ni perderlo a él. No quería ser derrotada por una policía que sólo había llegado a esas instancias por pura venganza. No quería perder nuevamente ante un juez ni tener que reclamar una visita en una comisaría. Quería ver a Sebastián cuando quisiera, abrazarlo, besarlo, hablarle sin un tiempo que me exija ser breve, y mirarlo por horas, solos, sin ser observada por oficiales que te juzgan con la mirada.

—¿Te acordás de Éctor Saavedra? ¿Mi paciente? —me había preguntado Molles cuando nos subimos a su camioneta.

—Sí—le respondí, haciendo memoria de mi breve conversación con el chico moreno en la sala de espera.

—Él estuvo metido en las drogas, puedo preguntarle por Liceo. Seguramente tendrá información importante o contactos que me hablen de él. Estoy seguro que algo se esconde detrás de todo esto.

—¿Sería conveniente que Éctor vuelva a contactarse con gente de ese tipo?

—No le pediré que hable con ellos, solamente le diré que me dé sus números. Es por una buena causa, lo entenderá.

—Carlos, hay una persona que tal vez sepa mucho más sobre Liceo.

—¿Quién?

—La mamá de Sebastián.

Fue entonces cuando esa misma tarde ya teníamos a una abogada analizando el caso, a Carlos buscando pruebas que salven a Jones y yo intentando que Ester acceda a llamar a la madre de Sebastián para convencerla de que sea un testigo en la audiencia que se daría el lunes para cerrar el caso.

—Si Sebastián la ve le va a dar un ataque de pánico—había contestado tras mis súplicas—, cosa que no es rara en él.

—Irá a su favor, creo que se lo debe después de todo lo que le hizo—insistí.

Sin Rencor | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora