Capítulo 40

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Había pasado una semana desde mi última visita a Sebastián; el juez tomó nuestra denuncia hacia Allende a los pocos días de haberse viralizado el audio de la conversación entre ella y Molles, y su jefe se encargó de despedirla a mitad de semana

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Había pasado una semana desde mi última visita a Sebastián; el juez tomó nuestra denuncia hacia Allende a los pocos días de haberse viralizado el audio de la conversación entre ella y Molles, y su jefe se encargó de despedirla a mitad de semana. Daniela ya no tenía aquella resplandeciente sonrisa que le había visto en la audiencia de Jones, sino que cargaba con un prepotente rencor que cobraba vida cuando sus ojos se cruzaban con los míos.

Me había ganado otra enemiga.

—Pretendes ser fuerte y, en realidad, no lo sos—me decía Allende por celular. Hacía días insistía en llamarme y, en todas las ocasiones, le corté con una sonrisa triunfante en el rostro, como la que tenía en aquel momento mientras la escuchaba atacarme, simplemente con la intención de hacerme sentir fatal cuando, en realidad, me estaba haciendo sentir de maravilla—. Lloras todo el tiempo por cada cosa que te pasa, y no creo que Sebastián pueda soportarte en lo que les queda juntos, como no creo que vos puedas soportarlo a él, ¿sabés con quién te metiste? Es un imbécil, un mujeriego, un idiota con cara bonita que conquista a cada mujer que se le cruza por el camino porque le encanta tener el control de todo, y cuando se hace al pobrecito, la víctima del cuento, ¡gana doble punto! Porque nunca lo verás debilitado, pero, cuando lo veas en ese extremo, te dará tanta pena que te compadecerás de él ¿cierto? Seguramente ya lo hizo con vos. ¿Crees que no lo conozco? Si quería mandarlo a la cárcel no solamente era por el crimen que cometió, sino porque guarda una persona terrible dentro. ¿No te das cuenta de lo que te está haciendo?, hizo que me veas como la enemiga, te dominó la mente, pero no tenés idea de lo cuánto que he luchado para que todo sea justo en esta ciudad. Tu madre es una lunática y ¿la perdonas? ¡Me das pena, Nadia! Todo lo que vives me da pena. Tu novio mató a tu padre, tu padre al padre de Sam y Sam a tu hermana, ¡y Chiara casi mata al mejor amigo de Sebastián! ¿No te das cuenta? ¡Ilusa! Estás rodeada de asesinos, de malas personas, de demonios con cara de ángel, ¡despierta Nadia! Me perjudicaste, me arruinaste, y todo por un asesino, todo por amor, pero nada por justicia.

—¿Y usted qué sabe de justicia? —me reí, tomando el celular con la mano izquierda para colocármelo en la otra oreja—. Usted realmente me da mucha pena, habla de ser justa cuando está evidenciado que ha sido muy corrupta en otros casos, ajenos a mí o a Sebastián. Habla de personas controladoras y ¿sabe qué? Me acabo de dar cuenta que usted es la controladora, la que quiere dominar todo, la que quiere que cada cosa salga como lo planea, ¿cree que no vi lo satisfecha que estaba cuando se llevaban a Sebastián? ¿¡Cree que no escuché su grabación!? ¿¡Cree que no me estoy dando cuenta de lo que intenta hacer con este llamado!? ¡Usted es la lunática! Así que, si hablamos de demonios con caras de ángeles, esa es usted—finalicé, cortando el llamado.

Aunque habíamos conseguido denunciar a Daniela, aún estaba esperando que se reabra la causa de Sebastián. Carlos intentaba animarme diciéndome que los medios, afortunadamente, le habían dado un lugar al asunto y, por lo tanto, muchos ciudadanos hablaban en las redes sobre la resolución del juicio de Jones, por lo cual el tema recobró un poco de más importancia. Además, el video de mi entrevista con los periodistas a la salida de la corte terminó siendo viral y, un movimiento de mujeres, conmovidas por el trágico suceso, armaron un hashtag en el que me trasmitieron la mayor parte de fuerzas que venía perdiendo desde las últimas semanas. Aborrecían a Sam, y Sebastián empezó a ser visto como una víctima más de él.

Sin Rencor | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora