En el trayecto a la comisaría, Carlos evitó hablar sobre la inesperada aparición de Ashley, un personaje muy conocido por él desde que decidí contarle sobre mis vivencias en el último año del secundario. Estaba completamente segura que conservaba varias preguntas sobre lo ocurrido en su mente, y no lo podía juzgar, ya que sabía que el psicólogo empedernido que llevaba dentro estaba activo hasta fuera del consultorio. Sin embargo, él sabía que el momento no era el correcto y yo no me encontraba lo suficientemente preparada para lidiar con un tema como el de Ashley y su brutal cambio personal y estético.
—Edgar me dijo que estabas muy intranquila anoche, trataste muy mal a las médicas que te asistían—dijo en medio del viaje, con la vista al frente y un tono monótono, como si intentase sutilizar el reproche que acababa de hacerme.
—Desde que llegué a este hospital estoy muy alterada—reconocí, impidiéndome molestarme por su innecesaria observación.
Molles no era mucho más que mi psicólogo y, por lo tanto, no tenía derecho a recriminarme absolutamente nada. Además, yo ya era mayor y estaba al tanto de mi mal comportamiento en las horas que pasé dentro del hospital. No obstante, no tenía ni el ánimo ni la disposición necesaria para discutir con Carlos.
—Fui una estúpida con Sebastián—continué—, con el doctor Edgar y con todos lo que intentaban ayudarme. No sé qué me pasa.
—Podría decirte que es normal, pero no eres una persona que ante las circunstancias se pone así de agresiva y directa—me miró con soslayo.
—Tal vez ya no sea esa persona—me encogí de hombros, mirando por la ventanilla de su camioneta blanca—, tal vez esta circunstancia me consumió. No puedo ser siempre la chica fuerte que conserva la postura, llega un momento en el que no podés con nada, y yo no podía con la gente del hospital. Edgar me evitó ver a Raúl o ir a buscar a Sebastián, y las médicas tampoco querían ayudarme.
—¿Y qué pasó con Sebastián? Cuando salió de tu habitación estaba un poco enojado.
—¿Viste cuando se lo llevaron? —me giré hacia él.
¿Carlos estaba ocultándome datos relevantes como Walter intentó hacerlo?—No, estaba yendo a verte y me lo crucé en el pasillo—contestó para mi alivio—, ni siquiera me miró, pasó como una ráfaga hasta la sala de espera. Al final no pude ir a visitarte, Edgar me pidió que volviese al otro día porque no estabas bien, insistí, pero sus suplicas me pudieron. Cuando volví a la sala él ya no estaba.
—Lo arruiné todo con él—le anuncié, volviéndome hacia la ventanilla.
—¿Por qué? —preguntó, haciéndome sentir en medio de una terapia.
—Me comporté como una egoísta—admití, sintiendo un nudo en la garganta—. Puse por encima todos mis deseos y nunca pensé en él ni en mis amigos. Soy una estúpida—suspiré con pesadez.
ESTÁS LEYENDO
Sin Rencor | COMPLETA
Teen Fiction(SEGUNDA PARTE DE "SIN LÍMITES" | SIN EDITAR) Superar tu pasado, resolver tus problemas y volver a empezar no es una tarea sencilla cuando tienes en mente a la persona que te cambió la vida. El tiempo ha cumplido su función: los recuerdos comienzan...