「010」

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—Me duelen las piernas —me quejé, apenas caminado a la banqueta solitaria del parque, así le daba un descanso a mis pies.

Me senté y casi gimo de placer.

—Estudiar es mejor —también se quejó Tae.

Caminó hacia mí y se sentó a mi lado, el chico tenía una cara de «quiero a mi mami». Lo sé Tae, yo también, créeme.

—Tae —el chico me miró con la cara reprimida— Tú ya no estudias.

—¡Ah, es cierto!

Su sonrisa revivió y salió corriendo hacia los demás. Suspiré.

—¿Qué hace falta? —pregunté viendo como Kook llegaba a recoger basura frente a mí.

—Limpiar los juegos y tirar la basura —respondió. Volqué los ojos y me levanté de mi lugar.

—Haré esto de más sólo por que tengo hambre y quiero ir a casa luego.

Tomé las bolsas de basura y me dirigí a los botes que se escontraban fuera del parque.

Es el segundo día que Jungkook y yo faltamos a clases, todo por ayudar a limpiar. Ese es el castigo que la abuela nos dio por la guerra de huevos y harina. Fue un enorme castigo, limpiar la casa en estos dos días, ¡sin dormir! Mientras que ella se la pasaba comiendo helado frente a nosotros, no debería llamarse YoonSoo, su nombre significa consentir y espíritu gentil, ¡nada que ver con ella! ¿Acaso no le bastó? Ahora nos sale que habló con el dueño de no-sé-qué y pues, terminamos dando servicio comunitario, porque eso es lo que estamos haciendo.

Mis manos colgaban por las bolsas de basura que por poco me arrastraban, ¿qué clase de basura metieron? Están demasiadas pesadas.

—¿Te ayudo? —preguntó una voz al frente.

Estaba distraída viendo el suelo y solo levanté mi vista tan rápido como pude. Era un chico. Más alto de lo normal, el sol del atardecer no me dejaba verlo con claridad y con sólo levantar la cabeza a esa altura me dolía el cuello.

—Puedo so...—intenté decir pero no me dejó terminar.

El chico tomó las bolsas y se las llevó a los botes de basuea. Todo fue tan rápido que solo lo seguí, al menos para agradecerle después.

La fuerza que sus brazos proporcionaban al llevar las bolsas parecía que no era nada lo que llevaba. Y lo confirmé cuando tiró las bolsas a los botes como unas ligeras plumas.

—Ya está —sacudió sus manos y se volteó a mí. Cuando lo hizó pude reconocer su rostro.

—¡Tú! —el chico asintió.

—Sí, yo —sonrió. Sonrisa de comercial, Suni dos— El chico que te salvó de un doloroso golpe.

—¿Eunjin?

El castaño era el chico más popular de la institución, el fútbolista perfecto para toda chica y fanático del juego. ¿Por qué no lo reconocí antes? En el campo. Estiró su mano ofreciendola para que la tomara.

—Un gusto, ______ —dijo. ¿Cómo sabe mi nombre? Oh, cierto, soy la mejor amiga de unos de sus competidores a la reina belleza, perdón, rey de la belleza, quien no reconocerá a la niña rara que está con él.

—Gracias, Eunjin. Por ayudarme y salvarme de ese moustro —tomé su mano pero al segundo la solté.

—Ese moustro es mi padre —dijo con seriedad.

La mierda. Me atraganté con mi propia saliva a lo que él soltó una risa. ¿Su padre? ¿Por qué me entero hasta ahora?

—L-lo siento, no sabía —estaba apenada pero no arrepentida, el entrenador era un verdadero moustro.

¿Qué es el amor? ⟳ ᴊᴇᴏɴ ᴊᴜɴɢᴋᴏᴏᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora