Bajo el cielo estrellado.

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Recuerdo el cielo especialmente bonito esa noche. Los luceros brillaban incesantemente en el oscuro cielo y una gran luna llena proporcionaba luminosidad al mundo. Casi que solo recuerdo eso de aquella noche. Sé todo lo que pasó, pero mi mente ha bloqueado los detalles. Sé que Minato estuvo allí conmigo y que ahora estoy sola. A decir verdad, la parte de Minato la recuerdo bien, la suavidad de su tacto y olor sutil, el sonido de su boca al formar la sonrisa y la rapidez con la que me salvó de todo eso.

La noche de hoy era totalmente distinta. La niebla se arremolinaba en las farolas y no había ni una sola estrella adornando el cielo, además, la luna parecía estar enferma. Llevaba una semana en el hospital, cuatro días durmiendo a causa del shock que tuve y otros tres donde diversos médicos me hicieron pruebas y curas. Esta era mi última noche aquí, mañana el hokage vendría a verme y me llevaría a mi nueva casa, en el centro de la villa.

Realmente, estos días en el hospital no habían estado del todo mal, mi equipo se había pasado a verme. Las había echado de menos, no voy a mentir, y fue toda una sorpresa verlas. También se presentó Minato y su maestro, el del pelo blanco. Sí, era tan raro como el primer día, pero a pesar de eso, se podía vislumbrar que en el fondo tenía buen corazón y que su payasería era muchas veces pura fachada.

El sonido sordo de unos nudillos irrumpieron mi sueño. Desde ese día era demasiado ligero, hasta el sonido de la cortina al moverse por el viento me despertaba. El tercer Hogake entró con paso calmado y una expresión serena en su rostro.

-Hokage, buenos días, ya sabes.

Incliné mi cabeza y cerré los ojos. Era todo un honor que el propio Hokage hiciese todo eso por mí. Siempre se había hablado de que era muy cercano con los de la aldea pero hasta ahora no había comprobado cuanto de verdad había en eso. Se colocó al lado de mi cama y apoyó su mano en mi pelo, acariciándolo.

-Kushina, mi niña. ¿Has dormido bien? ¿Estas lista para que nos marchemos?

-Sí, señor, tengo todo listo, todo lo que tengo aquí, lo de mi...

El llanto se apoderó de mi al acordarme de mi casa, de mis padres. El tan solo me abrazó.

-No te preocupes –me dijo en el tono más cariñoso que pudo. –todo estará bien, en tu nueva casa hay comida, ropa y útiles que puedes ir usando. Unos miembros de confianza del anbu se encargarán de recoger tus antiguas cosas.

Me pasé la mano por los ojos para borrar cualquier rastro de lágrimas y asentí. La presencia del hokage era reconfortante. Salimos al exterior y en unos cinco minutos a paso lento, nos encontramos en el portal de una pequeña casa blanca. Era una casa de una sola planta, pero era suficiente para mí, además, contaba con un pequeño patio trasero. Bebimos té mientras me contaba cotilleos de mis nuevos vecinos, sin embargo, su visita no duró mucho ya que tenía obligaciones de las que hacerse cargo.

Fui a mi nuevo cuarto y sin encender la luz ni nada, me tiré en la cama. Un maullido resonó bajo mi tripa. Había un pequeño gato acurrucado en mi cama, medio dormido. Encendí como pude la luz y una nota se encontraba pegada en la pared.

Para Kushina:

Este es el pequeño Yuki. Lo encontré tras recogerte a ti del bosque. Él también se encontraba herido y lastimado, asique pensé que tu podías cuidarlo a él y él protegerte a ti.

Minato.

Yuki...era muy suave y tierno. Minato se había preocupado por todo. Un leve sonrojo subió hasta mis mejillas cuando pensé en él. Es cierto que me había salvado, y que me había salvado solo porque consiguió encontrarme a través de mi pelo. Era la única persona que había alabado mi pelo desde que llegué aquí. También se había pasado por el hospital a verme y además, me había dejado a Yuki. Pero eso es porque Minato tenía corazón que no le cabía en el pecho.

Me desanimó pensar en que quizá esto no lo hizo solo porque me pasó a mí, sino por era tan bueno que se arriesgaría con todos. Yo no era una excepción, si su sueño era ser hokage, tenía que mirar por el bien de todos.

Las últimas palabras que me susurró volvieron a mi mente. "Pero al ver lo de esta noche, realmente me preocupe...por un momento tuve miedo de no volver a verte a ti y a tu precioso pelo." ¿Era posible que él sintiese algo por mí, ya sabes?

Me acurruqué al lado de Yuki y ambos nos quedamos dormidos.

KushinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora