Cruel

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El grito de la bestia recorrió mis entrañas como una descarga. Los oídos comenzaron a pitarme y tuve que agarrar mi cabeza con las manos, con los ojos fuertemente cerrados. A mi lado, Minato jadeaba tan bajito como si solo le quedase un último aliento. Reprimí un sollozo, me tragué las lágrimas y apreté los puños tan fuertemente que las uñas se clavaron en mi palma, pero ni siquiera ese dolor pudo distraerme del dolor de perder a Minato.

-Ahora el sello de los ocho trigramas, voy a sellar al Kyubi en el interior de Naruto.

Su voz era apenas un susurro, a pesar de que se notaba que estaba intentando alzar la voz. Las náuseas y un mareo repentino me sobrevinieron. Apenas podía con mi cuerpo y eso que estaba sentada. Me sentí impotente como nunca antes. Minato iba a morir. Yo iba a morir. Ese pensamiento hizo que se me helase la sangre. Íbamos a morir. Íbamos a morir por la gracia de un desconocido. Mordí mi labio, con la rabia aumentando mi temperatura y miré fijamente a la criatura que había habitado en mi interior durante tanto tiempo. Sus ojos destilaban una rabia indecorosa y su boca formaba un rictus tirante, enseñando todos sus colmillos. A pesar de que su tamaño había menguado, seguía siendo bastante imponente.

La sangre se agolpó en mi boca y tosí, manchando el suelo. Minato, asustado, se giró hacia mí. Sentí la tirantez de las cadenas de chakra incluso antes de ver cómo el Kyubi levantaba una de sus patas. A pesar de la sangre en mi boca, sentí mi garganta seca en ese momento, incapaz de alertar a Minato de lo que se venía. Saqué fuerzas de donde no las tenía, de los ojos azules de mi marido, de las sonrojadas mejillas del bebé que ajeno a todo seguía durmiendo, de la mirada de dolor de Minato.

Fueron seis pasos exactos. Seis pasos vacilantes en los que me sentí desfallecer. Minato se giró justo en el momento en que su uña nos atravesó. Sentí cada fibra de mi ser retorcerse y el aliento con sabor a sangre de Minato en mi mejilla derecha.

-Si el padre es capaz de hacer todo esto, entonces la madre debería ser capaz de hacer algo mejor, ¿no?

Una risa tonta cargada de lágrimas se escapó de mis labios, pero el movimiento de la zarpa en mi interior la ahogó. Miré a Naruto, que dormía a escasos centímetros de la muerte.

-Tu ganas-jadeé-primer motivo: tú siempre has ganado. Supongo que ibas en serio...

Ya no había vuelta a atrás. Las pocas esperanzas de sobrevivir estallaron como pompas de jabón.

-Gracias, Kushina.

Temblaba mientras realizaba la técnica de la invocación.

-¡EL KYUUBI!- chilló nada más aparecer el sapo-¿QUÉ COJONES HA PASADO AQUÍ, CUARTO?

-Gamatora, ten confío la llave del sello-Minato ignoró por completo su pregunta-date prisa y ve con Jiraiya. Guárdala con él.

-Entendido. Adiós.

Desapareció tan rápido como había venido.

-Mi hora ha llegado Kushina- jadeó- voy a hacer el sello de los ocho trigramas e intentaré dejarle un poco de mi propio chakra. No nos queda demasiado tiempo-susurró en mi oído, cómplice- si tienes algo que quieras decirle a Naruto...

No tuve siquiera que pensarlo. La respuesta era un claro sí. Quería decirle tantas cosas...

-Naruto, no seas tiquismiquis, y come mucho pata que crezcas y te conviertas en un chico grande- la sangre salpicaba mi pecho-báñate cada día, vete a la cama pronto y duerme bien-me tembló la voz-haz amigos, da igual cuántos, pero asegúrate de que sean buenos amigos...gente en la que puedas confiar-tragué fuerte-aunque solo sean unos pocos. Estudia el ninjutsu, nunca se me ha dado demasiado bien pero quizá tú-Minato reprimió una risa-todo el mundo tiene cosas que se le dan bien y cosas que no, no te sientas mal si no puedes hacerlo todo-dejé de sentir mis piernas-y presta atención a tus profesores. Recuerda, evita los tres vicios-intenté levantar mi mano pero no tenía fuerzas-no tomes dinero prestado si puedes evitarlo, ahorra lo que ganes en tus misiones, no bebas alcohol hasta que tengas 20 años y no te pases o te echarás a perder- sentía como me iba faltando el aliento-y en cuanto a las mujeres, bueno, soy una de ellas así que no sé qué decirte, pero solo hay hombres y mujeres en este mundo-resoplé- y algún día querrás novia, solo intenta no escoger a ninguna rarita, intenta encontrar a alguien como tu madre-el labio inferior me temblaba- y el cuarto consejo, ten cuidado con Jiraiya-las lágrimas se agolparon en mis ojos-Naruto...vas a pasar por mucho dolor y sufrimiento, recuerda quién eres. Encuentra un objetivo, un sueño y no pares hasta que se haga realidad-sollocé-hay muchas cosas me gustaría enseñarte. Quiero quedarme contigo. Te quiero-confesé.

Un silencio solo roto por nuestras respiraciones se posó en nuestros hombros.

-Lo siento Minato, he gastado tu tiempo- gemí, con las lágrimas surcando mis mejillas. El nudo en mi garganta se iba haciendo cada vez más grande.

-No te preocupes- su mano acarició mi pelo- Naruto, soy tu padre. Hazle caso a la cotorra de tu madre.-cerré los ojos y apreté la boca.

Los oídos me pitaban y el dolor que sentía era horroroso. Su mano resbaló sin fuerza hasta encontrar la mía y a pesar de que fue lo último que sentí, el tacto suave de su palma contra la mía me tranquilizó.

KushinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora