La vuelta.

365 28 1
                                    


Habían pasado tres días desde que Minato se marchó de misión con su grupo. Tres días en los que apenas había podido descansar. Cada uno de esos días, el maldito monstruo de mi interior me había estado molestando, y aunque normalmente podía hacerle frente, a altas horas de la madrugada, cuando el cansancio podía más que yo, me envolvía con sus tinieblas sobre la muerte.

Eran las siete de la tarde y el sol se empezaba a ocultar, perezoso, tiñendo todo de un bonito color morado, cuando saltaron las alarmas. Alguien venía.

El chico de pelo corto que avisó de la entrada estaba relajado. Aliados. Personas de la villa. No estábamos siendo atacados. Sin embargo, no dijo de quién se trataba, y desde mi puesto, no pude verlo.

Pasé las horas ansiosa hasta que a las 12, una chica algo más mayor que yo, de pelo morado, me sustituyó.

Corrí como no recordaba haberlo hecho hace mucho tiempo, pero la puerta estaba igual de cerrada que cuando me fui, y comprendí que no podía ser él. Desanimada, abrí la puerta, como estos días atrás, con el espíritu a punto de quebrar. Y otro día más, me fui sin cenar, tan solo quería desprenderme del mundo por un par de horas.

Quizá fue porque no encendí la luz, que cuando me apoyé en algo al sentarme en la cama, un grito de horror escapó de mí. ¿Otra vez las pesadillas?

-Tranquila, solo soy yo.

Su tono de voz sonaba apagado y ni siquiera me tocó, seguía sin moverse, sin dejarme ver su cara, pero al menos pude distinguir que era él.

-¿Cómo has entrado?

Simplemente se encogió de hombros y me señaló uno de sus kunais, y lo comprendí. Le abracé, pero el parecía un saco sin fuerzas. Parecía destrozado y por un momento llegué a pensar que estaba llorando en silencio.

-Minato... ¿Qué ha pasado?

-Ha pasado todo.

Y esta vez sí, pude afirmar que estaba llorando sobre mi hombro.

KushinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora