El sucesor

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Aquel día Minato se revolvía en la cama, intranquilo. Las yemas de sus dedos repasaban la curva de mi espalda una y otra vez, suavemente, pero sin descanso.

-Cariño, ¿estás bien?

Su movimiento paró un momento, para subir a mis hombros y rodearme un poco.

-Claro.

Por el sonido de su voz, supe que estaba sonriendo. Me giré para verle. Tenía los ojos cerrados pero el deje de la sonrisa se acurrucaba en sus mejillas.

-Cinco minutitos más...-me susurró.

Me acomodé en su pecho y también cerré los ojos un rato, hasta que se revolvió de nuevo . Salimos de la cama. Minato daba inconscientemente puntapiés al suelo, mientras que se frotaba las manos.

-Lo vas a hacer genial, Minato.

Le di un beso en los labios tras terminar de arreglarle el cuello del traje. Juntamos nuestras frentes para Minato me besase de nuevo. Le sonreí. Definitivamente sería bueno en lo suyo, había nacido para ello.

-¿Nos vamos?

Asintió y salimos de casa. Fuimos a la oficina del Hokage, que más tarde sería su nueva oficina. Sería una ceremonia sencilla, pero toda la aldea estaría presente. El murmullo general que se escuchaba a través del balconcillo se fui calmando cuando el Tercer Hokage salió a la vista del público. Y el silencio se hizo sepulcral cuando comenzó a hablar. Bajé rápidamente para contemplarle con los demás, desde un punto en el que pudiese verme y ver que estaba ahí para darle todo mi apoyo.

Las palabras del Tercero fueron motivadoras, dando el relevo a Minato, el Cuarto a partir de ahora. Cuando salió a la balaustrada, los aplausos se hicieron eco por todas partes, y la sonrisa de Minato se ensanchó al ver el apoyo de sus amigos y conocidos.

-Muchísimas gracias a todos. Yo...haré lo que esté en mi mano para ayudaros a todos, dando lo mejor de mí. Gracias por vuestra confianza.

-¡Ese es mi chico! –grite entre el gentío. 

KushinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora