De nada.
Ignoré las palabras del Kyubi y su risa maliciosa. Estaba muy contenta y no me lo iba a estropear. Me dirigía a mi asiento cuando una mano me tocó el hombro. Unos ojos cerrados y una enorme sonrisa adornaban la cara del chico rubio, Minato.
-Has estado increíble. – alzó una de sus manos y me hizo una señal de aprobación.- En clase apostaban no solo que suspenderías, si no que harías un ridículo tremendo.
Su sonrisa se tornó en una sonrisa incómoda por un momento, supongo que al ver mi cara de decepción. Pero al instante se puso serio, con un aura que nunca había visto en él.
-Pero yo siempre he creído en ti.
Tras esto, volvió a su pose habitual, a la sonrisa sincera y espontánea. Un pequeño rubor subió hasta mis mejillas cuando me tomó de las manos, pero en ese momento, llegó otra chica, provocando nerviosismo en Minato y haciendo que ambos nos sonrojásemos notablemente. La castaña apoyó todo su peso en mi espalda, rodeándome el cuello con sus blancos brazos. Su pelo oscuro le llegaba casi por la cintura, pero dos mechones algo más cortos le enmarcaban el rostro.
-¡Kushina! Has estado impresionante. Quién lo diría viniendo de ti.
Una risa escapó de los labios de Mikoto. Nunca había hablado con ella, era del grupo de las chicas populares, preocupadas por su imagen, por los chicos, por aparentar ser los mejores... Que estuviese hablando conmigo era todo una proeza, aunque, dado su comentario, no sabía si sentirme halagada o no, así que me esforcé por sacar una sonrisa. Mikoto provenía del clan Uchiha, era la segunda mejor de la clase, solo por detrás de Minato. Este se despidió de nosotras y Mikoto ocupó su lugar, situándose justo delante de mí.
-Minato no te quita los ojos de encima, chica. –me soltó un pequeño codazo.- Le has estado pidiendo ayuda, ¿verdad? Es por eso por lo que lo has hecho tan bien hoy, ¿eh? Es que, es increíble, desapareces un par de días y te posicionas en el examen entre los diez mejores de la clase.
Mikoto hablaba y hablaba, tan rápido, que yo no era capaz de pronunciar ninguna palabra, tras solo asentía o negaba según lo que estuviese diciendo, o ponía caras de pánico o sonrisas por las cosas que me aseguraba. Parecía buena chica, la verdad, decía todo lo que pensaba sin ningún control y parecía estar dispuesta a darlo todo por los demás.
-Chicos, podéis ir a recoger vuestras bandas nuevas fuera.
Las dos nos dirigimos hacia fuera a buscar nuestras respectivas bandas. Cada cual se las ponía según se les antojase, algunos como una diadema, otros como un cinturón, otros en el brazo... Mikoto y yo nos las pusimos al estilo tradicional, cubriéndonos la frente. Sonreímos y me despedí de ella efusivamente. No me podía creer que al final hubiese hecho amigos. Anduve tranquilamente el trecho que separaba la academia de mi casa. El tiempo hoy era agradable y reinaba una felicidad natural en el ambiente.
Mi madre se encontraba parada en la puerta, con un semblante demasiado serio para su dulce carácter. No correspondió a mi sonrisa. Me acompañó hasta mi cuarto, prometiéndome hablar más tarde de mi examen. Me cambié de ropa, a una más formal, un bonito kimono color negro con los bordes dorados y pequeños ribetes en forma de remolinos. Baje silenciosa hasta el salón. Dentro de este, mi padre reía ante el comentario de una segunda persona, mi madre me esperaba. Entramos juntas y nos sentamos cada una a los dos lados de mi padre. A pesar de estar sonriendo, lo conocía lo suficiente como para saber que era una sonrisa tensa y forzada, aunque a ojos de cualquiera, parecía muy natural y espontánea. Un hombre de mediana edad, pelo negro corto y ojos azules me saludó. Su mirada era fría y calculadora. Un escalofrío casi incontenible me recorrió la espalda. Sus ojos estaban atentos a todo mi cuerpo y a cada uno de mis movimientos. Tras unos segundos así, volvió al tema principal, al que había despertado las ganas de reír de mi padre. Negocios.
Fue una hora aburridísima, realmente no me enteraba de nada de lo que decían, tan solo oía fragmentos de la conversación, el resto lo pasé recreando el día de hoy, desde que me levanté, hasta que salí de la academia. El hombre se levantó, con unas prisas que no había demostrado hasta ahora y se despidió de nosotros. Otra vez su mirada se posó más de lo debido en mí. Parecía que podía mirar en mi interior con aquellos ojos azules.
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Kushina
FanfictionEsta es la historia de la vida de Kushina, de cómo llegó a ser quien fue y del romance que más tarde se produjo entre ella y Minato.