Malas memorias

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Su aullido de dolor atravesó mis oídos, calándose en mis huesos. Comencé a temblar. Miré a Minato, que sereno, trataba de reconfortar a Kakashi. Lo conocía lo suficiente como para saber que bajo esa máscara de calma, estaría torturándose internamente. Otro de sus alumnos había muerto. Rin, nuestra pequeña Rin, tan amable y buena, llena de vida, ahora lucía un agujero en su pecho y la tristeza se había quedado marcada en su rostro. Las lágrimas me impidieron ver nada.

-Es culpa mía-otra vez esa maldita frase. El tono de voz del joven que aún quedaba con vida se iba marchitando lentamente.

El dolor apuñaló mi pecho. Corrí a abrazarle. Él se dejó. Siempre esa frase. Me rodeaba. Yo también pensé eso cuando mis padres murieron, fue mi culpa que ellos muriesen. Me atormenté día y noche con aquella idea, hasta el punto de desear morir. Me había dolido que Minato lo pensase cuando Obito murió, y me destrozaba que ahora ellos dos pensasen eso de Rin.

-Nada de esto es vuestra culpa. Has dicho que ella se puso en medio, tenía sus razones, Kakashi, por favor, no es culpa tuya.

-Kakashi, ella era una jinchuriki- dijo seriamente Minato.

Los ojos del menor se cristalizaron mientras me miraba fijamente. Yo también lo era, nunca lo había escondido, y yo seguí viva. ¿Por qué ella no?

-Yo...debería haber tenido más cuidado con ella-confesó el rubio-Durante el breve periodo que Rin estuvo desaparecida en la última misión, la convirtieron.

Kakashi nos miró a ambos.

-Vosotros lo sabíais...

-Ella nos lo contó-dije firme- buscó el apoyo del Hokage y el de una jinchuriki. Yo creí que podía ayudarle a superarlo-dije ahogando un sollozo.

El joven tan solo bajó la cabeza.

-Mañana se realizará su funeral. Por favor, tómate un descanso hasta que estés bien. Iré a visitarte todos los días.

Asintió y se fue, sin dirigirnos una sola palabra.

-¿Crees que debimos haberle dicho algo? Eran compañeros...

-No. Rin no lo quería así.

Callé. Era cierto. Nos había implorado que nadie debía saberlo. Incluso había días que hasta a mí misma se me olvidaba que ella también tenía un demonio en su interior. Siempre tan calmada y sonriente. Pensé que todo estaba bajo control.

Aquella noche Minato no apareció por casa, se quedó en su oficina, preparando todo para mañana. Desee que estuviese aquí conmigo, dándonos mutuamente apoyo. Si bien era su alumna, yo también había tenido mucho trato con ella. ¿Habría sido culpa mía que ella tomara esa decisión? Las lágrimas comenzaron a fluir sin pausa.

"¿De quién iba a ser si no?"

Otra vez esa maldita risa.

-¡Cállate!-grité a la nada. Esa voz solo estaba en mi cabeza. Por un momento enmudeció, hasta que volvió a la carga con esa maldita risa cargada de odio.

El día había amanecido claro. Los pájaros nos mostraban su dulce canto y las flores estaban en su máximo esplendor. Todo por ti, Rin. Una gran multitud se congregó a despedirla. Abracé a Kakashi durante toda la ceremonia. No permitiría que le pasase nada malo a él.

Pero el daño ya estaba hecho. Kakashi se había marchitado. Sus ojos ya no reflejaban nada más que melancolía y dolor. Cuando íbamos a su casa, apenas hablaba. Se lavaba las manos frenéticamente, a veces hasta se hacía sangre de rasparse.

-Tenemos que hacer algo con él-le dije a Minato un día.

Habían sufrido la pérdida de diferente manera. Minato, contando con mi apoyo, se había propuesto esto como un toque de queda, no podía descuidar a nadie de la aldea, tenía que estar siempre listo, no podía dejarse llevar por la tristeza si quería ayudar a todo el mundo. En cierta manera, la muerte de Rin supuso para él un impulso. Per a Kakashi lo había sumido en un mar de desesperación. Mató a su compañera de equipo porque ella así lo quiso, pero él tan solo puede ver como su puño la atravesó. Solo en casa, pasando de sus otros compañeros, encerrado todo el día, el único apoyo que tiene somos nosotros dos, pero él parece estar en otro mundo.

-¿Algo como qué? Yo también había pensado en él.

-Tenemos que darle una motivación.

Minato se quedó pensativo. Teníamos que hacer algo ya, si no, esto podía acabar muy mal.

KushinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora