Hora de celebraciones.

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La gente adoraba a Minato, y este disfrutaba enormemente de ello, solo hacía falta verlo para darse cuenta. Tras su discurso, bajó con el resto. La gente no paraba de felicitarle y darle la mano, encantados con esa elección. Yo le esperaba junto con Mikoto y su marido. Iríamos todos a comer como en los viejos tiempos para celebrarlo.

-Enhorabuena-le estrechó la mano Fugaku cuando Minato llegó.- Todos los niños decíamos que llegaríamos a Hokage pero mira quién se nos adelantó-puso su brazo sobre sus hombros mientras Minato trataba de ser modesto.

Mikoto y yo nos quedamos algo rezagadas mientras caminábamos, hablando de todo lo que no habíamos hablado en un tiempo.

-¿Cómo está tu hijo? Tiene que estar ya enorme...

-Lo está. Es un cielo, le he pedido a una amiga que lo lleve a casa mientras festejamos, pero cualquier día te puedes pasar a visitarnos, seguro que le gusta verte.

-¿Segura? Me encantaría, ya sabes-comenté con alegría.

Hoy parecía que se habían alineado todos los astros para ser un buen día. Seguimos conversando hasta que llegamos a nuestro destino. Pasaron las horas y los tragos acabaron afectándonos a todos.

-Y bueno, ¿habéis pensado en tener ya hijos?- preguntó Fugaku mientras ponía su vaso en la mesa.

Escupí sin querer lo que tenía en la boca, muerta de la vergüenza.

-Esas preguntas no se le hacen a una chica- le golpeé en el hombro.

Mikoto y Minato se reían. En sus ojos se veía el anhelo. ¿Quería tener hijos tan pronto?

-Nosotros hemos pensado en ir a por el segundo-decía entusiasmada Mikoto.

-¿A por el segundo ya? ¿No es un poco pronto?-miré a Minato asustada, él solo se reía de mis expresiones.

-Con la tontería, se te va a pasar el arroz...

-No seas tonta, Mikoto-le dije enfurruñada-todavía soy muy joven.

Bebí. La verdad es que el solo pensar en un niño pequeño a mi cargo me daba pavor. ¿Y si no era una buena madre para él? ¿Y si le pasaba algo? Como si hubiese leído mis pensamientos, Minato colocó su mano en la mía, infundiéndome tranquilidad.

Cuando llegamos a casa, ya era muy de noche, pero el tema del niño no salía de mi cabeza. Minato quería un bebé y no me había dicho nada. Cuando nos metimos en la cama, no pude evitar preguntárselo.

-Sí que te ha afectado lo que te ha dicho Mikoto-fue su única respuesta.

-No es eso, es solo que...vi tu cara. Parecía que tenías muchas ganas, pero yo...-estaba hecha un manojo de nervios-no creo que sea la indicada.

-¿No lo crees?-se rió-Eres la mejor chica que he conocido-cogió un mechón de mi pelo entre sus dedos-si tú no eres la indicada entonces no sé quién será.

Le besé. Él siempre sabía que decir y qué hacer en todo momento. Lo quería con toda mi alma. Con él me sentía segura y querida. Suspiré.

-Minato, tengamos un bebé, ya sabes.

Este se rió. El calor se arremolinaba en mis mejillas.

-Solo cuando tú estés preparada.

KushinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora