Shiki Fuujin

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El cansancio que acumulaba bajo mis ojos era insoportablemente doloroso. A pesar de estar en una buena cama, alejada del peligro con un hermoso bebé a mi lado era incapaz de que los nervios no me taladrasen la cabeza. Tenía los ojos cerrados cuando escuché mi nombre, como en un susurro. Me levanté un poco, apoyándome en el codo derecho. Minato, empapado en sudor nos tendía la mano. Nunca me acostumbré a la sensación vertiginosa de la teletransportación, pero así, completamente abrazada a él, parecía un poquito mejor.

-Tengo que levantar una barrera.

Su voz sonaba extrañamente distante y cansada.

-No me queda casi chakra-le respondí levemente.

Intenté concentrarme, sacando fuerzas de donde no las había. Las manos me temblaban violentamente y la boca comenzó a saberme a sangre, pero las cadenas de chakra brotaban de mí tal y como yo quería. La bestia se removió con fuerza, haciéndome gemir. No tenía muy claro si iba a poder aguantar lo suficiente. Un sollozo me hizo levantar la vista. El pequeño Naruto también se había revuelto y lloraba, con las mejillas rojas, en los brazos de su padre.

-Perdóname, Naruto, no quería despertarte.

Forcé una sonrisa. Las comisuras de los labios se me llenaron de sangre.

-Kushina...

Su voz sonaba tan frágil que algo dentro de mí se partió en pedacitos.

-Arrastraré al Kyuubi de vuelta...y moriré con él dentro de mí...-no podía permitirme que nada les pasase a aquellos dos-eso...evitará que vuelva por un tiempo. Es el único modo de salvaros a los dos con lo poco que me queda de chakra.

No sé ni cómo logré decir aquellas palabras sin llorar. Supongo que verlos a los dos felices y a salvo me daba fuerzas.

-Gracias por todo.

Cerré los ojos un momento, no soportaba ver su cara de dolor.

-Kushina, tú...tú me hiciste tu marido, me convertiste en el Cuarto Hokage-mordí mis labios con fuerza, intentando no derramar ni una lágrima con su discurso-en el padre de este niño. Y yo...

No le dejé acabar.

-No pongas esa cara, Minato. Estoy muy feliz de que me quisieses. Y feliz de que hoy haya nacido nuestro hijo.-Bajé mi mirada al suelo-Me imagino sobreviviendo, nosotros tres viviendo juntos. No puedo pensar en otra cosa que no sea "sería tan feliz". Si me arrepintiera de algo sería de no ver a Naruto crecer.

Levanté mi cara. Las lágrimas surcaban sus rostros. El uno por su ese despertar tan mezquino que le habíamos dado, el otro, sabiendo que ya no había vuelta atrás.

-Kushina...No tienes por qué llevarte al Kyuubi contigo. Podemos usar nuestro último suspiro de chakra para ver a Naruto una vez más.

Se frotó la cara con su manga, en un intento de borrar las lágrimas.

-Sellaré lo que te queda de chakra en Naruto con un sello de ocho trigramas y luego me desharé del Kyuubi con un sello que solo alguien que no es jinchuuriki puede usar. El shiki fuujin.

-¡Pero el usuario acab...!

-Solo podré sellar la mitad del poder del Kyuubi.-me cortó- Es tan grande que es física y teóricamente imposible sellarlo todo.-No, Minato.-No puedo dejar que el Kyuubi reviva sin un junchuuriki. Destruiría el balance de los bijuus. –No, por favor.-Pero con el shiki fuujin puedo sellar para siempre la mitad del poder del Kyuubi junto a mí mismo. La otra mitad...-su voz se quebró un instante-sellaré la otra mitad en el interior de Naruto con el sello de los ocho trigramas.

No. Aquello estaba todo mal. No podía hacer eso.

-Sé lo que piensas. ¡Pero Jiraiya me habló del mundo sufriendo una revolución y con ello, una gran catástrofe! Hoy he confirmado un par de cosas: la primera es que ese hombre enmascarado, el que te atacó, es el que está detrás de esa catástrofe y que Naruto será el que lo detendrá. Será el jinchuuriki que abrirá el camino del futuro de nuestro mundo. Lo sé. Simplemente lo presiento.

Se agachó, con una rodilla en el suelo y depositó cuidadosamente a nuestro hijo. Me acerqué un poco a él, en un intento desesperado de hacerle entrar en razón, pero apenas había abierto la boca cuando él terminó de hacer los sellos.

-Ten un poco de fe. A fin de cuentas es nuestro hijo.

Aquella sería la última vez que lo viese. Que viese sus ojos azules, del color del cielo en un día despejado.

-Cuando compete el shiki fuujin sellaré también lo que te queda de chakra en el interior de Naruto. Volverás a verlo antes de lo que crees. Llegará el día en que crezca e intentará controlarlo, quiero que estés ahí para ayudarle.

Su voz sonaba firme y confiada ante aquellas palabras, mientras que yo solo podía sentir una oleada de terror que me dejaba las piernas temblando.

-Es nuestro hijo...

-Por eso mismo- contestó efusivo.-No quiero que tenga que cargar con todo él solo.

Las lágrimas comenzaron a salir. Simplemente, no podía aguantarlo más.

-¿Por qué el shiki fuujin!- estallé- No hace falta que tu mueras solo para que yo pueda verle durante unos minutos cuando él sea mayor. ¡Quiero que estés ahí para él, quiero que lo críes tú! ¿Por qué estas sacrificando a Naruto solo para mantener el equilibrio de los bijuus...para salvar a Konoha...y la nación del fuego? ¿Por qué te estás sacrificando por mí?

Había destapado mis sentimientos y ahora no podía para de llorar. ¿Por qué era todo tan injusto?

-Darle la espalda a la nación y a la aldea es tan cruel como abandonar a tu propio hijo. Deberías entenderlo. Tú viste cómo caía tu propio país. Conoces el dolor de crecer sin un hogar. Además, aunque yo sobreviviese, jamás podría sustituirte.

Se arrodilló frente a mí, con una asombrosa determinación en sus bonitos ojos.

-Hay cosas que Naruto necesita que le expliquen, cosas que yo jamás sería capaz de contarle. Ese es el trabajo de una madre, y necesito que lo hagas...aunque apenas tengas un momento. No solo por ti. Es por Naruto. Sacrificarse porque su hijo tenga una vida mejor es una de las cosas que debería hacer un padre.

Nos miramos a los ojos un instante. Acerqué mi mano, temblorosa, a su pelo, solo para sentir su suavidad una última vez.

-Sellar.

KushinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora