Capitulo Ⅷ - Tan cerca y no te puedo tocar

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Cuatro botellas más tarde...

Joseph

-Es maravilloso, todo es hermoso. miren a mi pequeño pink, pink, pinky precioso- Hablaba y hablaba Elizabeth de cosas sin sentido con una alegría inexplicable. Ella estaba tambaleándose, algo agresiva y luego débil.

-Solo me fui por unos minutos y Elizabeth está ebria ¿Acaso no sabes que cantidad de alcohol debe beber una mujer?- Sostengo a Elizabeth, pero Alex también imita mi acción y la sostiene. -Déjala la llevaré a nuestra recamara.

-Mira como está... Y van a subir la escalera ¿No? permíteme ayudar para después no lamentar nada- Su corazonada tenía sus fundamentos así que accedí y él me ayuda a sostener a Elizabeth, otra fase de Elizabeth que no había conocido, por suerte ya estaba soñolienta y nos facilitó moverla.

-Bien, gracias yo continuaré- Alejo a Elizabeth de él -Pero tenemos que hablar, espera abajo- Agrego. Entro a la habitación poniendo seguro a la puerta, hago lo posible hasta recostar a Elizabeth en la cama, busco un paño húmedo y limpio su rostro, retiro su ropa y le pongo otra ropa con algo de dificultad pero lo logré, la arropo con las sabanas y acomodo su almohada, apago la luz y salgo de la habitación. Bajé al primer piso y escucho ruidos en la cocina, voy hacia allá y me encuentro con Alex lavando algunos recipientes. -¿Que haces?- Me atreví a preguntar.

-Limpio lo que he ensuciado.- Me dice para luego botar las latas de cerveza, caja de pizza y los recipientes que contenían las papas y el pollo -¿Dijiste que querías hablar? adelante- El se seca las manos, se posa en el pasamanos y me mira directo a los ojos.

-Imagínate, no debiste permitirle beber tanto.

-¿Esa es una de tus vocaciones? ¿Ponerle limites a mi Bella Elizabeth?- Él se notaba enfadado, irritado o algo incómodo.

-¿A qué te refieres? ¿Sabes lo que hiciste?

-La hice feliz aunque sea por un breve momento ¿O no la viste?

-¿Este es tu definición de felicidad? son amigos, me imagino que un amigo no quiere ver a otro así.

-Vaya que no conoces nada de la Bella Elizabeth.

-¿Qué quieres decir?

-Ni siquiera sé que te vió como para casarse contigo.

-¿Disculpa? ¿Qué tiene que ver mi matrimonio con lo que le acabas de hacer a Elizabeth?

-Olvídalo y descuida no lo volveré a hacer a menos que Elizabeth lo autorice.- Nos quedamos un momento fulminando al otro, mis perspectivas sobre él se iban aclarando poco a poco.

-Ya se hace tarde, te llevaré al cuarto de huéspedes.- Digo para darme la vuelta.

-¿Se hace tarde, Bro? (refiriendose a hermano) apenas son las nueve de la noche ¿qué clase de persona normal duerme a esa hora?

-Una pregunta.

-Adelante.

-¿No te vas a ir mañana?- Me atreví preguntar ya que esa actitud que demostraba no era de alguien que solo quería ayuda por una noche.

El enfermero y la contableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora