JosephDespués de que le dieran de alta a Elizabeth, ella se encerró en la habitación y estoy seguro de que no ha parado de llorar. En el hospital ocurre lo mismo... La peor parte de mi trabajo es cuando el paciente se complica o muere; cuando se complica pueden hasta culparte, pueden hasta decir que lo medicaste mal o que no se tuvo una buena asepsia. Cuando muere, a pesar de haber hecho todo lo posible para mantenerlo con vida, la peor parte es notificarselo a los familiares... A veces reaccionan con violencia, otras veces quieren suicidarse en el momento, al igual que aveces la tristeza que emanan puede afectarte a tal grado que llegas a pensar que debiste dar más de ti.
Jamás me ha tocado notificar de una muerte a ningún familiar mío hasta hoy; vivir con la persona que está pasando por el duelo junto con todas sus formas de enfrentar la situación, desmoronandose más.
-Elizabeth, sé que no te encuentras bien... Por favor habla conmigo, tal vez así se alivie tu dolor.- le sugerí, cansado de tocar la puerta para que me abriera. Cansado de pedir que habláramos, cansado de suplicar que coma. -Voy a hablar con las señoras...- Suspiro- vuelvo en un rato.
-¿Lo sabías?- la escucho preguntar desde el otro lado.
-¿Saber qué?
Abre la puerta de golpe -¡Qué perdería a mi hijo!- inclino mi cabeza sin querer contestar. -¿Eso quiere decir que sí?- pregunta una vez más con la voz quebrantado.
-El médico me advirtió de que habría un parto prematuro o un abor... No te lo dije porque no era probable, además todo marchaba bien. Confiaba en que todo iba a salir bien.
-Esto no te afecta en lo absoluto ¿cierto? Sabías que lo perdería- Elizabeth rompe el llanto. -Joseph esto me duele, me duele más que lo que hicieron para sacarmelo. Lo ví, era tan pequeño... Mi pobre hijo.
-A mí también me duele; sé que íbamos a mantener la comunicación pero como te diría que perderíamos el hijo con el que tanto te encariñaste en un par de semanas, con el que nos encariñamos. Ni yo lo quería creer y no había nada que hacer... ¿Qué hubieras hecho?
-¿Por qué sucede ésto? Porque nos pasó ésto...- Elizabeth golpea mi pecho debilmente. Estaba despeinada, aún con la bata que tenía puesta en el hospital, su cara seguía hinchada y debajo de sus ojos destacaban enormes ojeras.
Tenía dos personas para amar, ahora sólo me queda una mujer triste y fatigada.
La abrazo acariciando su enredado cabello -Calmate... Sé que duele. No hemos podido disfrutar el procedimiento de ser padres, eso es terrible. Pero no se podía hacer nada amor. No se podía.
Nos quedamos abrazados un buen rato. Luego la lleve al baño, preparé agua tibia y lave cada parte de su cuerpo con cuidado, de la misma manera retiré la espuma y más tarde la vestí para que se acostara un rato. No sé cómo es que puedo resistir el no llorar, ver a mi esposa así y haber perdido recientemente a mi hijo...
Los hombres no somos fuertes pero no podemos debilitarnos cuando la mujer nos necesita. Escuché decir alguna vez.
Mientras Elizabeth dormía realicé una llamada a mi madre. -¿Aló?
-Mamá...
-Dime hijo.
-¿Por fin soy su hijo?
-Sí, porque ya me llamas. ¿Sólo querías saludar o sucede algo?
-Mah, nosotros hemos... Perdido al bebé. - Una vez dije eso un prolongado silencio se apodera de la llamada.
-¿Qué fue lo que pasó, Elías? Eso es terrible. ¿Cómo está mi nuera? ¿Cómo estás tú?
ESTÁS LEYENDO
El enfermero y la contable
RomansaDesde niños los cuentos se han encargado de distorsionar una realidad, expresándola en una frase: "Y vivieron felices para siempre". Cuán emocionante era leer el mismo final cliché, cuando la realidad es otra. El amor no es de color de rosa con la...