Joseph
Continué llamando sin descansar al teléfono de Elizabeth, pero no contestaba.
No llamé a su madre porque sé que Alex nunca la llevaría allá, y si su madre se diera cuenta de la pelea y Elizabeth le explica el porqué, el malentendido hubiese sido mucho peor. Aunque nunca he engañado a Elizabeth, mis sentimientos siempre han sido sinceros aun antes de habernos casado siquiera, ¿cómo podría venir ahora y engañarla de esta manera?
Si no me puedo comunicar con ella no sabré a quién llamar. Elizabeth no tiene amigos, o desconozco sobre ellos como en el caso de ese tal Alex.
No me di cuenta que mi celular se quedaba sin batería así que se apagó de repente. -¡No!- Busqué el cargador de inmediato y lo dejé cargando.
Me senté en el sofá para tratar de tranquilizarme estaba estresado y desesperado. Trato de respirar y sin embargo, mi imaginación me lo impide; no puedo evitar imaginar lo que hará Alex aprovechando la ocasión. Aparte de ser confianzudo, no sé hasta donde puede llegar. Algo que sí tengo pensiente es que de él puedo esperar cualquier cosa.
No debí dejarla ir ¿Por qué pasa esto? ¿por qué soy tan blando? cada vez que debo sostener fuerte a Elizabeth es cuando la dejo ir y ahora otra persona debe estar consolándola. La conozco, sé que no la está pasando nada bien tal vez aun peor que yo. Al menos sé que soy inocente...
*Mañana es sábado ella no irá al trabajo, debo encontrarla, debo hablarle y arreglar este malentendido cuanto antes. Pensé.
Vuelvo a levantarme reflexionando que debí haberla detenido antes de que se fuera ¿Por qué no solo hablé aunque estuviera enojada? ¿Por qué no solo dije algo?...
Pase la noche dando vueltas una y otra vez meditando sobre mi error y lo que debí hacer ¿Cómo pude entrar en este problema? solo quise corregir a alguien que hacía un mal trabajo y la víctima ahora soy yo.
Esa chica no era normal, esa chica con cabello negro de un corte pixie, con apariencia fina y esbelta; tengo que encontrar su expediente, deben haberla registrado. Lo que hizo parece haber sido a propósito y para mi mala suerte Elizabeth aparece justo en ese momento. Esa chica tal vez solo buscaba jugar, pero no... No parece, a menos que estuviese en una aventura con el ginecólogo por excelencia. No me parece una idea tan descabellada... Hay usuarias que ya lo miraban coquetamente seguro con esta llego mas allá, pero el que no fue afortunado fui yo, a quien ella acorralo como presa. Ahora tengo tres opciones :
1-Ir personalmente a preguntarle al joven ginecólogo nuevo del hospital.
2-Llamarla o...
3-Buscar su expediente clínico y saber si es una usuaria subsecuente, y cuantas veces a consultado a ginecología para así salir de dudas.
Si encuentro una forma de hablar con Elizabeth y demostrar mi inocencia con base, sería realmente gratificante, gratificante no ser el malo de la historia pero eso sucederá hasta volver al trabajo y los fines de semana no trabajo, tendré que ir de visita pero antes ¿seguiré sin comunicarme con Elizabeth? no, seguiré llamándola hasta que conteste si es posible.
Alex
Sentado en el sofá me puse a pensar : *¿Por qué no estoy allá dentro con ella?
Probablemente aun no se ha dormido o sigue llorando, tal vez no funcionó el té. Debería ir a ver... Pero no me podría contener. ¿Cuál es la diferencia ahora? Prácticamente vivirá conmigo. Solo debo mantener su enojo contra ese negro.
Me levanto y doy vueltas en la sala, el que no podía dormir era yo. Siento que sueño despierto; tener al fin a la persona a quien amas bajo tu mismo techo, que por fin llore frente a ti, que por fin tome algo que prepares.
Caminé directo a mi habitación donde ahora está Elizabeth... Quiero verla una vez más.
Iré con la excusa de que vine a ver como está.
Ya frente a la puerta, mi corazón se aceleró súbitamente, un disparo cargado de alegría se reflejaba en mi ser. Posé mi cabeza en la puerta y con solo cerrar los ojos era como poder sentirla del otro lado de la puerta. Dando un gran suspiro e insertar mi voz de preocupado, toco la puerta y digo: -Elizabeth, ¿todo esta bien allá dentro?- Pero no obtuve respuesta alguna así que entré sigilosamente cerrando la puerta detrás de mí y aproximarme a la cama. Ella se encontraba de lado, todos sus músculos se ven relajados.
Mi plan funcionó a la perfección y ahora tengo a Elizabeth en mi cama ¿Qué mas puedo pedir? Dentro de la bolsita de té no solo habían flores de manzanilla secas, sino también un somnífero.
Elizabeth estaba profundamente dormida, por ende aprovecho para desabrochar mi camisa dejándolo a un lado, me quito el pantalón quedando en bóxers, camino al otro lado de la cama y entro bajo las sábanas y en seguida la abrazo sintiendo su calor, su olor, la textura de su piel cumpliendo el sueño de acostarme con ella.
No me atreví a tocarla de forma indebida, dormirla es la única forma de estar así con ella, pero desde aquella última vez que pensé hacerlo con ella mientras dormía nunca volví a pensar en aquello ya que no sería igual.
Me he acostado con muchas mujeres antes, he escuchado sus jadeos y gemidos, pero los que quiero escuchar realmente son los de Elizabeth por eso he dejado de hacer eso y dedicarme solo a pensar en ella y dedicarle mis fantasías a ella.
Aun así quiero mirar, mirar su cuerpo desnudo ¿Debo? ¿Debería? ¿Por qué no? Al final, no sabrá nada.... Otra vez no puedo negar estas ganas de tenerla me he contenido demasiado por lo menos un beso.
Cambio con cuidado su posición hasta colocarla bocarriba para poder mirarla. Sonrío por ver lo hermosa que es estando dormida; ni Aurora podría compararse a mi bella Elizabeth. Puede ser que la gente vea las cosas diferentes al estar enamorados: El cielo gris se vuelve un hermoso atardecer; una tempestad en una llovizna de verano; un remolino en una simple brisa que mese una hamaca.
¿Qué hay de especial en ella? no sabría cómo describirlo, y todo depende de un solo sentimiento: Amor.
Tomo su mano acariciando ésta para acercarme poco a poco a sus labios, no me importaría si el somnífero no funcionase y se despertase, pero quiero besarla pase lo que pase... ¡Por fin! Sus labios y los míos se encontraron. No pude evitar rozarlos para unirlos mas; me apodero tanto de su labio inferior como del superior. Tienen un ligero sabor a fruta.
Me separo de ella para mirarla a los ojos encontrándome con los suyos abiertos: -¡Elizabeth!- Dije sorprendido sin saber qué decir más. Aun estaba somnolienta, pero trataba de mirarme. Los efectos del somnífero no desaparecieron aun. -Tranquila, mañana te lo explico, duerme.- Ella sigue tratando de estar despierta, pero dice:
-Alex...- Fue como si su palabra se lo llevase el viento para quedarse dormida de inmediato. No volveré a hacerlo. Ese Joseph tiene suerte de que yo sea tan considerado, no por él sino, por el bien de mi futuro con Elizabeth.
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El enfermero y la contable
RomantiekDesde niños los cuentos se han encargado de distorsionar una realidad, expresándola en una frase: "Y vivieron felices para siempre". Cuán emocionante era leer el mismo final cliché, cuando la realidad es otra. El amor no es de color de rosa con la...