Alex
-¿Cómo te fue anoche?
-Fue increíble, anoche brillé como una estrella. Me encantaron mis regalos.- Conversaba con Candy mientras caminábamos por el parque comiendo helados.
-Eso me alegra mucho.- Digo para despeinar su cabello.
-Pero me hubiera gustado que estuvieras allí.- Asentí.
-A mi también, pero no puedo dejar a Elizabeth sola, estoy a un paso de obtener lo que quiero y no quiero que ella lo arruine.
-Alex...
-¿Sí?- La miro y ella lame un poco su helado. -Dime candy.
-¿Nunca me dejarás, verdad?.- Reí leve y negué.
-Nunca te dejaré...
-No sabes cuanto me gustaría ser la princesita solo para estar contigo.
-Pero ya lo estas.
-No es lo mismo, yo sí aceptaría casarme contigo ¿sabes?
-Lo sé pero yo no...
-Sí, también sé eso. Olvidemos eso... Mi cumpleaños se acerca.
-Sí, veo que no tienes problemas en recordar la fecha.
-No, porque mi verdadero cumpleaños fue cuando te conocí, volví a nacer y fuiste el mayor regalo, todo mi pasado no importa.
-Vaya, que honesta te volviste Candy.
-Tu me dijiste que no tuviera miedo de decir lo que pienso o siento.
-Cierto. Espera... Esa noche tengo que reunirme con mi padre, él dará una fiesta y me presentará a sus socios, como soy el heredero de sus bienes debo conocer a los socios.
-Pero... ¿No quieres destruir la empresa? no vayas.
-Así no se hacen las cosas, debo estar bien con él o me cancelará todas las tarjetas, me quitara la herencia y los bienes. Es un hombre muy impulsivo. Si lo hace no tendré el poder de destruir la empresa.
-Entonces llévame contigo, ya viene siendo hora de que me presentes al desgraciado de tu padre y celebramos esa misma noche mi cumpleaños.
-No puedo.- Ella suspira.
-¿Por qué no?- La detengo haciendo que me mire y me acerco para darle un corto beso.
-Debo encargarme de otra cosa.
-¿De la princesita, verdad? ¿y qué pasa con mi cumpleaños?
-Haré lo posible para ir a celebrar contigo.
-¿Nunca me dejarás, verdad?- insiste.
-Nunca lo haré, deja de preocuparte.- Deposito varios piquitos en sus labios.
-Quiero montarme en un columpio.
-No eres ya muy grande para eso.
-¿y eso qué? estamos en un parque hay que aprovechar. Vamos, tú me empujas.- Ella empezó a verse deprimida desde la última vez que la golpee, me arrepiento tanto; por ende he decido tratar de hacerla feliz aunque sea por unos momentos, no puedo ser mal agradecido con ella.
Corrí tras ella, ella ya estaba sentada en el columpio así que accedí a empujarla, primero despacio. -¿No es divertido?-Tal vez solo para ti, a mi me toca empujarte. Candy...
-¿Sí?
-¿Qué quieres que te regale?
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El enfermero y la contable
RomanceDesde niños los cuentos se han encargado de distorsionar una realidad, expresándola en una frase: "Y vivieron felices para siempre". Cuán emocionante era leer el mismo final cliché, cuando la realidad es otra. El amor no es de color de rosa con la...