Capitulo XXV - One direction

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Joseph

Ya ha pasado un mes desde que comenzó el juicio. Elizabeth no me ha permitido siquiera dirigirle la palabra, y Alex es igual a un muro en medio de nosotros.

Por otro lado, Candy ha demostrado no ser un monstruo, sino que vive la vida libremente, sin preocuparse por nada.

No he encontrado la forma de romper esa barrera entre Elizabeth y yo. No hay forma de localizarla, ni tampoco la veo salir de su trabajo.

En el hospital todo está normal, solo me ha tocado hacer lo de siempre: Medir signos vitales, dar seguimiento a los usuarios hospitalizados y ayudar en algunos trabajos pesados.

Sentado en la cocina mirando hacia la ventana trato a duras penas comerme un porridge de avena, me doy cuenta de que el puerco parece estar enfermo; no juega, no sale ni molesta. No estamos en situaciones tan diferentes, nuestra única medicina es Elizabeth.

Es increíble lo que es tener una mujer en casa; ella es la alegría del hogar, la flor del jardín, el complemento de todo hombre.

No sé qué más hacer. He tratado de luchar contra esta impotencia, esa tristeza y ese enojo que me está  matando, no solo en lo sentimental, sino también físicamente.

Tanto el puerco como yo, hemos bajado de peso.

-Holi.

Me sobresalté al escuchar aquella voz y mire hacia atrás. -Ya ni te tomas la libertad de tocar.- Dije dirigiéndome a la persona, Candy, para regañarla.

 -Que se va a hacer si se deja la puerta sin seguro.

 -¿En serio?

 -Sí. De lo contrario, ¿qué hago aquí dentro? Pero ya la cerré.- Al escucharla bajé la mirada y volví a mi posición original. -Ella no ha cambiado de opinión, ¿verdad?

 -No.- Dije negando y llevando una cuchara de avena a mi boca. -Si quieres, hay mas sobre la estufa.- Ella arrastra una silla para sentarse a mi lado y posar su cabeza en mi brazo. -¿Que haces?

 -Un arroz con maíz. ¿Qué no ves que estoy descansando?- Dice ella. 

-¿Cómo te va con tu trabajo?-Pregunto.

 -¿Cuál?

 -Me dijiste que eras ama de casa. 

-Ah sí, sí, pero ya lo he dejado. Ahora soy mesera en un pequeño restaurante. 

-Al menos, a pesar de toda la mala suerte que has tenido, siempre te mantienes positiva y mira ahora... Sigues viva. Aunque deberías estar haciendo planes para hacer un acta de nacimiento, sacarte una cédula y un seguro médico.

 -Todo a su tiempo. 

-Bueno... -¿Sabías que mañana es mi cumpleaños?

 -¿Y sabes cuándo es tu cumpleaños?

 -Sí, fue el mejor día de mi vida.

 -Ya volvió  la loca.

Ella se ríe. -En serio ... Fue el mejor cumpleaños.

 -Que bien. Espero no me pidas que te regale algo, pues no somos amigos ni nada.

 -Pensé que habíamos hecho las pases.

 -Estas aquí porque Elizabeth no ha vuelto.

 -O sea que... ¿Cuando ella vuelva, me vas dejar?

 -¿Crees que ella estaría feliz de verte?

 -¿Sabes una cosa? Si confiara en ti o te amara siquiera, este problema podría haberse resuelto en un solo día o par de minutos. Al final todo no siempre es un 《felices para siempre》.

Lo que me dijo dolió, pero tiene cierta razón. Nunca pensé que todo cambiaría tan drásticamente. 

Alex

-Deberías de animarte, además de que viene siendo hora de que te quites esa pulsera.- Dije acercándome y tomando la muñeca de Elizabeth para retirarle la pulsera.

 -¿La pulsera?- Me pregunta algo desconcertada

-Sí, ahora la miras más que antes. Él fue quien te lo regaló ¿No? Debes dejar todo de lado y así sentirte en un poco relajada. No pensarás tanto en él.- Ella mira hacia otro lado y me permite quitarle la pulsera. Una vez quito ésta, lo lanzo por la ventana.

Elizabeth se sobresalta. -¡Alex, por qué hiciste eso!

-No me digas que lo ibas a conservar, Elizabeth. Tómate esto en serio.- Ella me mira con los ojos apagados. Ya no era la misma. -Es más, hay algo que podemos hacer para subirte el ánimo. 

-¿Qué cosa?- Pregunta sin mostrar ni un rastro de emoción. 

-Vamos a la fiesta que hará mi padre mañana. 

-¿Fiesta? No estoy de humor.

 -Claro que irás aunque no estés de humor, te gustará. Vamos a comprar el vestido y todo lo necesario, yo también necesito un traje nuevo. Las compras emocionan a las mujeres ¿No?

 -Preferiría quedarme aquí. 1.¿Has usado un traje alguna vez en tu vida? 2.¿Compras?

 -Sí a las preguntas, pero no te quedarás aquí y no acepto un no por respuesta. Ve a buscar lo que necesites.

 -Ya que insistes... No necesito llevar nada. 

-Mejor aún, vámonos.- la tomo de la mano y  salimos para subir a mi auto y empezar a conducir. Después de las 2 horas de buscar una tienda o una tienda que tuviese vestidos para la gala, encontrarnos y elegir un vestido algo revelador porque si fuera por Elizabeth hubiera querido ir como una monja a la fiesta.

Candy

Salí de la cocina dejando al moreno lavando algunos platos e ir a sentarme en el espacioso sofá en la sala. De pronto suena el teléfono, me levanto y lo tomo. -¡Hijo, encontré la dirección! Escríbelo.- La voz de una señora alegre me dictaba una dirección que me era familiar y luego dice: -Ahora iré a ver mi novela en paz, salúdame a mi nuera.- Con eso último cuelga. 

-Nuera ... ¿Es la madre del moreno?- Dejé el teléfono en su lugar e iba a decirle al moreno sobre la llamada. -¡La casa de Alex!-Dije en voz baja al darme cuenta de que era la dirección de la bahía donde se encuentra la casa de Alex. ¿Qué era todo eso? La madre del moreno, la nuera y la dirección ... ¿Acaso hizo que su madre buscara la dirección? ¿Y cómo lo encontré ?

Reí leve. 

-¿Por qué estas tan feliz?- Levanto la vista al escuchar la voz del moreno para así verlo a los ojos. ¿Le digo? ¿En qué me beneficia decirle? -Eres extraña.- Dice, mirandome sin entender.

Tal vez puedas ayudar a Alex de alguna forma. Sí, armar un alboroto y la princesita le cantará sentencia. Si eso pasa, Alex estaría muy feliz.

 -Acaba de llamar una señora y dijo una dirección

-¿Cuál dirección?- Pregunta al instante mirandome fijamente.

Le dijo cual era la dirección y en su rostro se formó una gran sonrisa. Se puso algo imperativo, tomó sus llaves, tomó mi mano afuera y me llevó afuera, cerró la puerta, me abrazó y salió corriendo.

 -¿Y eso que fue?, espera un momento... Me dejó afuera.  

El enfermero y la contableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora