Capitulo XXI 1/2 - ¡No mires!

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Elizabeth

Abro los ojos de a poco. Era la primera vez que había dormido sin antes llorar, hoy no me siento ni bien ni mal.

Me levanto a tiempo para darme un baño, vestirme y arreglar mis maletas. Hoy si todo sale bien y Joseph sale inocente de esto, podré volver a casa. Pero si no... Ni quiero saber. Salgo de la habitación buscando con la mirada a Alex. -¡Alex!

-Sí, estoy en la cocina.- Voy hacia él y veo que había preparado unos panqueques como a mí me gusta pero había un toque extraño... Unas figuras de corazón diminutas hechos de miel. -Ese es tuyo, come rápido o se te hará tarde.- Asentí sin reproche y comencé a comer. -Voy por las llaves y nos vamos.- Dice Alex cuando terminaba de comer. Asentí para luego llevar el plato al fregadero y salir a esperarlo afuera. Yo seguía masticando trocitos del panqueque hasta que lo vi salir con una camisa negra, un pantalón negro y unos lentes de sol. 

-Cuando por fin te vistes formal, te decides por el negro.- Reí leve. 

-El negro es hermoso.- Me responde. Una vez en el auto Alex empieza a conducir hasta la empresa donde trabajo... Media hora después llegamos, me despedí de Alex y corrí para llegar a tiempo. 

Alex

Una vez dejo a Elizabeth en su lugar de trabajo, conduje tranquilamente por las calles sin un lugar en específico a donde ir.

Me vestí de negro el día de hoy porque hoy será el funeral de alguien, además el negro me queda. Me estaciono y tomo mi celular para escribirle a Candy :

《Oye, hermosa, ¿estas dormida? ¿Cómo pasaste la noche? Ya sabes qué hacer, no me decepciones. Has un buen trabajo y te doy un regalo》.

Después de eso guardé mi celular y continué conduciendo.

Tenia ganas de volverme loco y atropellar a todo aquel que estuviera en el camino para hacer un desmadre en la carretera.

Hoy daría un nuevo paso. Con esto no me importaría ser un robot de oficina como lo quiere mi padre, con esto me volveré el hijo y esposo perfecto.

Cuanto me gustaría destruir pronto lo que mi padre mas amaba pero antes debo tener éxito en esto.

Pasé por una tienda de instrumentos musicales y entre a ver que había de nuevo. A candy le encantaba tocar todo tipo de instrumentos, aprendió a tocar en el bar. Estoy orgulloso de ella.

Recuerdo la primera vez que vi a Candy, debo confesar que no estaba bien del todo ese día, pero la salvé y no me arrepiento de eso porque ha sido una gran amiga y aliada. 

Joseph

Me levanté a la hora de costumbre, hoy es el primer día de mi turno matutino.

Me di un baño, me vestí, preparé mi equipo y, por supuesto, mi bata. Bajé a preparar el desayuno...

Luego de desayunar y me iba, recuerdo que la joven sigue en la casa. Sería de mala educación despertarla y pedir que se vaya pero si no lo hago ahora llegaré tarde al trabajo. Fui a la habitación en donde se encontraba la joven Candy. Abrí la puerta y tuve que volver a cerrarla. -Creo que la vi vestida anoche. Cómo va a ser posible verla desnuda ahora ¡qué falta de vergüenza!- Cerré los ojos entrando a la habitación y caminé paso a paso a lo que creí que era la dirección correcta hacia la cama pero choqué con la pared. -¡Ahg, Candy!- Me quejé sobando mi frente. 

-¿Sí?- Responde ella somnolienta. 

-¿Puedes hacerme el favor de levantarte? Ya debo ir al trabajo o llegaré tarde, no podré llevarte a tu casa. Por favor prepárate. Si tomas un taxi en la avenida y le explicas, te llevará a tu casa.- Dije sin mirarla y dejando el dinero para pagar el taxi sobre la cama y retirarme. -Cuando salgas solo hará falta que cierres la puerta, por cierto tu ropa está en el sofá, adiós.- Salgo de la habitación, tomo mi maletín y mi bata. Miro atrás me regaño en mis pensamientos diciendo: *¡Cómo puedes dejar que la chica que provocó tus problemas se quede en tu casa! ¡Que tonto eres! ¡tu moral te volverá loco!

El enfermero y la contableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora