Capitulo XVI - Candy

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Joseph 

La casa continuaba vacía sin señales de que Elizabeth vuelva, llamé a su madre y como me lo esperaba Elizabeth ya le había hablado de la situación. Ahora no solo ella sino, también su madre se cree el malentendido. Estoy decepcionado; eso  no puedo ocultarlo ¿Cómo puede ella desconfiar a tal grado y ahora después de tantos años juntos? No me quedé con los brazos cruzados y busque por todo el archivo del hospital el expediente o algo de aquella joven llamada "Candy" y no pude encontrar nada, es como si no hubiera venido; busqué en el servicio al cliente consultas pasadas y nada. Ella no había hecho una. Es imposible que alguien vaya a una consulta en alguno de los departamentos del hospital sin antes haber hecho una cita, y si fuera algo urgente la hubieran atendido en emergencias. Todo eso me llevo a una sola conclusión : El joven ginecólogo la conoce y la hizo pasar a su consultorio. Hablé con el ginecólogo, pero como siempre, me insulto y al día siguiente presentó su renuncia. ¡Que exageración! ¿renuncio por qué hablé con él de eso? ¿solo por eso? espero que no... Aunque esto para mí es bueno y malo a la vez, bueno porque ya no habrá ningún tipo de acoso del cual yo sea testigo, cuando una usuaria asista al ginecólogo pero malo porque aún no me ha dado información sobre aquella joven, de hecho, ni lo intentó.

Ya que Elizabeth no está me ha tocado bañar y alimentar al puerco después de eso salgo si no voy al trabajo. No me ha interesado comer últimamente, el desayuno era el único plato que le podía preparar a Elizabeth, a veces la cena, por causa de mi trabajo casi a tiempo completo. El desayuno lo hacía sabiendo que lo comería junto Elizabeth, que la vería saborear cada bocado con esa mirada risueña que tiene, que verla ensuciarse los labios y yo poder limpiarlos con una servilleta sería el mas simple pero uno de los hermosos detalles que comparto con ella pero ahora que ella no está no tengo apetito. Mi consciencia no está tranquila, no porque Elizabeth crea que soy infiel ni porque su madre esté enojada conmigo por lo mismo antes dicho sino, por el saber que ella está con Alex. 

Sentado en un banco en el parque decido llamar a mi madre, he sido un hijo muy desgraciado con ella por no llamarla muy frecuente pero necesito escuchar su voz, necesito su consuelo, un consejo al menos. - ¿Aló, Joseph?

 -Buenas tardes mah, sí soy Joseph.

 -Oh, no tengo un hijo llamado Joseph, a él seguramente se le perdió el celular en el espacio y tiene semanas tal vez meses sin llamarme. 

-No digas eso mah, perdóname no tengo excusa pero dime señora mía ¿cómo estas?

 -Ningún señora... Y estoy bien ¿tú has estado bien? ¿has comido bien? ¿cómo esta mi nuera?.

 -Esa es la madre que conozco- Reí leve para después contestarle- No estoy del todo bien tampoco he comido bien.

 -¿Qué? ¿Por qué? si lo primero que pedías de chiquito era tu comida mi niño.

 -Lo sé mah, es que ha surgido un inconveniente entre Elizabeth y yo. 

-¿Ahora qué pasa?- Aquella última voz de mi madre me dio escalofríos parecía una madre lista para regañar a su hijo en cualquier momento.

 -Elizabeth piensa que le soy infiel.

 -¡Qué! ¿Ahora qué hiciste Joseph Elías Levitt?

 -¡Mah, no me digas así!. No hice nada es que... 

-Mira Elías, si le hiciste algo a esa niña iré personalmente a jalarte las orejas si es posible darte en medio de la calle con las chanclas porque sé que he criado a mi hijo con buenos modales, sé que mi hijo es un caballero y sobre todo sabe cuál es la diferencia entre lo bueno y lo malo. 

-Y tienes toda la razón madre, yo no podría serle infiel, ni en otra vida a Elizabeth.

 -Entonces... ¿Por qué siguen peleados? me imagino que para no comer eso significa que siguen peleados, tú no puedes siquiera mentir recuerdas en primaria cuando te mojaste los pantalones. 

El enfermero y la contableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora