Capitulo XIV - Té de manzanilla

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Alex

-La casa no es tan grande que digamos, pero es acogedora. Puedes sentarte. Te voy a hacer un té de manzanilla así te sentirás mas tranquila. 

-Muchas gracias Alex, y discúlpame las molestias. No debería involucrarte en mis asuntos privados.- Dice Elizabeth y le contesto:

-No digas eso, somos amigos ¿No? No me importa que tipo de problemas sean con tal de poder ayudarte.- Ella sonríe y la tomo de la mano conduciéndola hacia el asiento y sentarla. 

-Pero... ¿Qué no vivías con tus padres?

-¿Mi padre? ah, sí. Pero ya no. 

-¿Qué pasó?

-Decidí ser independiente ¿No? 

-La forma en que me contaste que eran tus padres, pensé que nunca habrían aceptado que salieras de casa; estrictos, sobreprotectores y amorosos. 

-sí, pero sabes que mamá es más comprensiva que papá.

Ella sonríe levemente. -Dan ganas de conocerlos. 

-Un día te los presentaré. Ahora te quedarás un momento aquí, no tardo.- Le devuelvo la sonrisa algo forzada para luego darme la vuelta e ir a la cocina.

Al llegar a la cocina di un gran suspiro, no le he contado nada de mis padres a Elizabeth hasta ahora.

-Algún día le dire.- Dije esto ultimo y me dispuse a hacer el té.

Busqué una olla, agua y una bolsita flores de manzanilla secas. Puse el agua a hervir en la olla. No por mucho tiempo, solo hasta que formara burbujas. Cuando ya estaba listo vierto el agua en la taza que ya tenía una bolsita de té. Dejé esta en la taza por 5 minutos y después lo retiré.

La taza era de cristal al igual que el plato.

En la ventana habían unas pequeñas flores que planté unas semanas atrás, no tenían nada de especial ni siquiera me sabía el nombre de la flor. De esta destacaban solo tres colores : Blanco, amarillo y verde.

Lo que me llamo la atención de esta flor realmente fue que a pesar de ser sencilla, es hermosa.

Sus colores no necesitan ser exagerados. Encaja perfectamente con otras flores, aunque solo si se tiene un buen ojo las notas.

Siempre quise regalarle un ramo de flores a Elizabeth, un brazalete o un collar que tuviese una flor, pero jamás pude hacerlo. Planté la flor pensando en eso y en como veo a Elizabeth.

Nunca pensé que en este día podría arrancar un ramo para ella acompañando esta acción con una taza de té que pudiera relajarla y hacer desaparecer su angustia, pero no. Prefiero solo arrancar tres flores del ramo y colocarlos al frente, el ramo lo tendrá cuando sea mía.

No solo eso. Tendrá un jardín de flores si quisiese, pero ninguna de ellas podría ser mas hermosa que ella, que mi bella Elizabeth.

Luego de hacer el té y la presentación vuelvo con Elizabeth. -He vuelto.- La miré y noté que otra vez sus ojos estaban inundados de lágrimas. Me aproximo a ella dejando la taza encima de la mesa y me incliné para secar sus lagrimas. -No quiero verte así, bella Elizabeth. 

-Perdóname, no pude contenerme. Es que aun me parece irreal lo que ocurre. Todo pasó tan rápido. 

-Trata de no pensar en ello ahora. Relajate y respira. Mírame, solo tienes que mirarme y respira. Te daré todos los abrazos del mundo si fueran necesarios.- Ella me mira y obedece a mi pedido, poco a poco las lagrimas caían menos. Aprovecho el momento y le entrego la taza de té. -Espero te guste. Este té te ayudará, tenlo por seguro.

El enfermero y la contableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora