Joseph
Luego de haber terminado de lavar los platos y dejar al puerco dormido en la cocina, salí a ver dónde estaba Candy.
Ya lleva tiempo viniendo a la casa, pero aún no confío en ella.
La escuché hablando en la sala : "pensó que no era la dirección correcta".
*¿De qué estaba hablando? Dirección correcta... ¿A qué se refiere? ¿Con quién habla? Puede que sea sobre dónde está Elizabeth
Me acerqué ignorando mis pensamientos. -¿Dirección correcta?- Ella voltea a mirarme. -¿De qué se trata esto? ¿Con quién hablas? ¿Es sobre Elizabeth?- Su expresión era clara hasta que en un instante cambió.
-¿Quieres matarme del susto? Estaba hablando con alguien importante. Es sobre un nuevo trabajo.- Contesta.
-Disculpa, pensé algo que no era.
-Eso veo. Debes relajarte, te empeñas tanto en encontrar a tu esposa que creo que te volverás loco.- No contesté a lo que dijo solo me quedé en silencio y ella habló nuevamente. -Gracias por la comida. Ya debo irme, hoy me toca trabajar.-Asiento y la acompaño a la puerta.
Elizabeth
Ya habían pasado horas desde que Alex y yo llegamos a la casa.
Justo ahora estoy sentada mientras que una mujer de nombre Karen me estaba mirando para tratar de visualizar un peinado. Ya decidida empezó a trabajar en mi cabello, luego fue el maquillaje y por último ya tenía que vestirme.
La gala comenzaba a las 8pm y ya eran las 7:45pm.
Me veo en el espejo luego de ponerme mis zapatillas de plataforma y noto que algo andaba mal. Todo arriba estaba perfecto, pero cuando miraba abajo algo se veía extraño.
Alguien toca la puerta repentinamente. -¿Se puede?- Era Alex.
-Claro que sí, adelante.- Cuando entró voltee para mirarlo... No parecía él, nunca lo había visto en traje y mucho menos he llegado a pensar que se vería tan elegante y guapo.
A su traje gris no le faltaba nada y sus ojos lo complementaba todo, aunque su cabello seguía igual; rubio, rizo y algo alborotado a los lados de su rostro.
-¡Qué hermosa estas, mi bella Elizabeth!
Sonrío levemente. -Tu no te quedas atrás, Alex. Pero tengo un pequeño problema, mira.- Di media vuelta para que me viera completa.
-Sí, algo anda mal.
-¿Verdad?
-El problema son las zapatillas, y como ya sabía que te los pondrías...
-Que me los pondría y...
-Siéntate en la cama.- Lo obedecí, algo confundida. Me muestra una caja que traía escondida detras él, se pone de cuclillas, me quita las zapatillas y saca lo había en la caja : Unos tacones plateados. Me los coloca y dice : -Eres la princesa que estuve buscando.
Reí leve porqué de verdad parecía un príncipe y más en la posición en la que se encontraba colocándome los tacones.
Se levanta, me toma de las manos para ayudar a levantarme. De inmediato sentí que perdía el equilibrio y la sensación de estar demasiado alta. Escucho a Alex reírse
Lo miré y le dije: -¡No te burles!
-Es que parece que nunca antes habías usado tacones.
-¿Acaso no es evidente?
-¿Nunca has usado tacones?
-Ni en mi boda usé tacones.
-Qué alivio...
-¿Qué?
-Al menos hay algo que puedo enseñarte. Tranquila, te voy a ayudar. Procura llevar un pie del lado del otro porque sino puedes llegar a tropezar con el mismo tacón.- Pasamos exactamente 20min caminando por toda la habitación hasta que de verdad sentí que podía caminar bien. -Ahora sí estás lista, vámonos que nos están esperando.- Respire profundo y asentí. Pensé que iríamos en su auto deportivo, pero no. Una limusina nos esperaba más adelante. -Descuida, mi padre lo envió.- Dijo Alex y caminamos hasta la limusina, él me abre la puerta de ésta y después entró él.
La limusina nos deja frente a un enorme salón...
Al llegar quedé boquiabierta, puesto que la entrada parecía de cuentos de hadas. Una larga alfombra roja que tenía a sus dos costados arbustos que iban hacia dentro, nos mostraba el camino.
Alex me presta su codo y caminamos hasta el interior del salón. Fue como entrar a un nuevo mundo por las decoraciones, la estructura del lugar y las personas refinadas que allí se encontraban.
No pasó ni 5 minutos y estaban llegando personas a saludar a Alex... Alex me presentó, pero estaba demasiado tímida para hablar.
Una vez terminaron los saludos...-Vamos a bailar.
-¿Bailar?- Sin siquiera dejarme pensar, me lleva a la pista de baile.
-Sí, bailemos. No podríamos no bailar esta pista. Si no me equivoco es de Beethoven.
---Sonata de invierno---
-No puedo, haré el ridículo.
-¿Tampoco sabes bailar?
-No te burles. Es solo que nunca antes había bailado música clásica.- Dije en voz baja.
-Entonces te enseño. Da un paso adelante y yo daré otro atrás, luego al lado y así.
Al principio parecíamos dos patos en la pista. Sin embargo, luego pusieron otra que Alex dijo que era del mismo señor Beethoven titulada 《Para Elisa》
Despues de bailar, Alex me lleva a la mesa del buffet y me sirve una copa de cóctel.
Mientras tomábamos se acercó una mujer de piel morena con un largo vestido rojo y abundante cabellera.
-¡Oh, Alexito! ¡Cuánto has crecido!- Alex la mira disgustado.
-Has envejecido, Natasha.
Ella se ríe cubriendo su boca. -He tratado de ser una buena madre y esposa desde que tu madre falleció... ¿Qué esperabas?- Miré a Alex sorprendida...
*¿La madre de Alex falleció? ¿Ella es madrastra de Alex?*
El sostenía con evidente fuerza su copa mientras miraba irritado a la mujer.
Aquella mujer se dirige a mí diciendo : -¿Tu eres la nueva?
-¡Basta, Natasha!
-¡Hijo! ¿Cuándo llegaste?- Dijo un señor alegre que avanzaba con las manos abiertas en dirección a Alex.
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El enfermero y la contable
RomanceDesde niños los cuentos se han encargado de distorsionar una realidad, expresándola en una frase: "Y vivieron felices para siempre". Cuán emocionante era leer el mismo final cliché, cuando la realidad es otra. El amor no es de color de rosa con la...