CAPÍTULO 27

1.1K 76 0
                                    

Las agujas del reloj de pared que llevo observando desde hace ya cuatro horas, se ponen en un ángulo recto sobre las tres en punto.

Son las tres en punto de la madrugada e Ethan sigue sin dar señales de vida.

Hace cuatro horas que tengo la sangre hirviendo desde que se marchó. Me hierve, porque su actitud está siendo totalmente inmadura, justo como nunca esperé que fuese por parte de él.

También, y aunque no quiera admitirlo en este preciso instante, estoy preocupada hasta la mierda por él.

Después de todo lo que hemos vivido tras esas vallas, tras ese tramo de mar que nos separa de la civilización que nos quiso matar en tantas ocasiones coge y se va como si nada. Con los músculos tensados y con los dientes casi a punto de quebrarse.

Mi postura ha sido la misma durante este largo tiempo. Estoy sentada, con la espalda erguida hacia delante con las manos enlazadas mis rodillas y con la mirada fija en la puerta, esperando que esta se abra de repente y que Ethan aparezca por ella con un lo siento en la boca.

Pero tras cinco horas, no pasa nada. No se abre, no se escucha la moto fuera, ni las pisadas en el porche. Solo se escucha el continuo y acompasado sonido de las agujas, moviéndose cada segundo minuto y hora.

Mis párpados se sienten pesados, y no puedo evitar bostezar cada dos minutos. No quiero dormir, no puedo. No puedo dormir sin saber que Ethan Blake está bien, sin embargo mis necesidades humanas luchan contra mi cabeza terca y en constante pensamiento y temo porque gane el cansancio.

No sé si es la tranquilidad que me proporciona que Isaac esté en la habitación del fondo, o tal vez que por fin lo tenga aquí conmigo. Pero por otra parte, no estoy para nada tranquila con que Ethan aún no haya vuelto.

Sé que se sabe cuidar solo, pero la manera en la que conducía, tan brusca, tan descuidada, hace que mi corazón se acelere hasta quedarme sin respiración. No soporto la idea de que le pase algo, porque como siempre, tendría yo la culpa.

Me tumbo lentamente en el sofá y descubro una prenda de Ethan en la almohada apoyada. Su familiar olor me invade, cuando cojo la camiseta negra y la acerco a mí, solo para pretender creer que está aquí por un instante, y no allí fuera, jugándose la vida.

El sueño gana a mi consciencia, permitiéndome sumergirme en un sueño que no esperaba tan pronto y me quedo profundamente dormida con la prenda entre los brazos.

GUARDAESPALDAS •¡YA A LA VENTA!• ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora