CAPÍTULO 48

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Querida Aria, tienes que perdonarme por esto. Por todo. Por haberte mentido desde que nos conocimos y por haberte hecho tanto daño.

Sé que me odias, lo sé y me duele. Pero hoy vengo a decirte adiós, a decirte antes de irme que te amé más que a nadie y que aún lo sigo haciendo.

Quiero que sepas que no elegí esto, al igual que tú nací en la familia equivocada, obligado desde un primer momento a vigilarte de cerca. Pero tienes que creerme cuando te digo que no sabía que te querían matar. ¡Maldita sea, claro que si lo hubiese sabido no lo habría hecho!

Mis padres me obligaron a ir contigo en el colegio, para después obligarme a que me hiciese cercano a ti. Pronto ellos me dijeron que no debía perderte de vista ya que había gente que quería matarte. Más tarde me di cuenta de que esa gente eran ellos.

Me utilizaron. Me usaron en contra de mi voluntad, la voluntad de un infante de doce años, para mantenerte vigilada, cuidarte y esperar a que ellos decidieran cuando matarte.

¿Por qué?

Porque ellos son y siempre han sido la gente con la que tu familia ha competido.

Pequeña Aria, quiero que me perdones por todo. Por haberte fallado, por haber puesto en peligro tu vida y por haber espiado para los que creía mi familia.

También quiero que entiendas que este mundo es más que cruel. Es un submundo bastardo donde la sangre no tiene la menor importancia, donde todos son tu enemigo.

Hasta tu propia familia puede pretender matarte, no olvides eso por favor...No lo hagas porque lo que vengo a decirte es de vital importancia.

Había un topo. Un infiltrado en vuestra banda que debilitó al gran Gael Hamilton para así asesinarle y buscarte.

No sé quién es, por desgracia, pero sé que tiene que tener el corazón tan negro como la misma noche para hacer algo así a una pequeña tan inocente como tú.

Sé que es imposible que me perdones por todo lo que te he hecho, pero quiero por lo menos ayudarte a acabar con los capullos que acabaron con tu vida.

Eras tan inocente...Tan pura, y ellos acabaron contigo. No puedo perdonarles por ello.

Que sepas que sí, me torturaron, y que justo antes de que quisiesen matarme también a mí...Sí, mi familia quiso matarme, di escapado para ayudarte a ti.

Sin embargo ya no puedo vivir con la culpa. Aquellas noches en el zulo en el que me tenían encerrado fueron horribles, aunque no fue la plena oscuridad o el hambre lo que de verdad me torturó. Fue el recuerdo de tu mirada destrozada y traicionada mirándome. Fue el dolor que sentiste cuando tu guardaespaldas te reveló quien era en realidad.

Sin embargo nunca sentí que fuese eso. Solo me consideré tu novio, uno que te protegía y te observaba más de la cuenta.

Hoy tengo planeado quitarme la vida, Aria.

No es algo que haya elegido porque sí, es algo que debo hacer. Es lo único que me librará del castigo eterno de tu mirada rencorosa. No puedo seguir viviendo sabiendo que por mi maldita culpa casi mueres, que por mi culpa estás viviendo este tormento.

No te lo mereces. No puedes merecértelo, y por ello traigo la única información que puede servirte antes de que me vaya de este mundo.

La guarida de la banda está en tu casa.

Sí, en tu casa.

¿Gracioso, no? Supongo que no, más bien es cruel.

Después de que atacaran tu hogar aquella noche esperaron unos días para construir la nueva base en ese lugar. ¿Por qué? Fácil. Derek volvió días después a recoger el cadáver de tu padre, pero no regresó más. ¿Por qué regresar a un sitio en ruinas donde tanto han perdido?

Por ello, pensaron que sería un buen lugar del cual nadie sospecharía. Uno donde nadie se le ocurriese volver. Ni siquiera Derek.

Y si estás pensando que mis padres son los líderes no es así, ellos tan solo son unos cómplices. Unos malditos cómplices, al igual que yo.

Te digo esto como ya dije para que por lo menos no me recuerdes como un completo capullo. Quiero que tu banda gane, porque ellos son los buenos, Aria. Ellos no son los que buscan matar a una adolescente inocente ni han antepuesto el dinero a su propia sangre.

Debes comunicárselo a Derek, y por fin él acabará con esto.

Debéis ser rápidos, puede que después de mi marcha hayan escapado, con el miedo a que en efecto te lo contase.

Lo siento tanto, Aria...De verdad que no pretendía que todo esto terminase así.

Te amé, te amo y siempre lo haré, aunque no sea así por tu parte. Tú me hiciste creer que aún hay buena gente, que aún hay esperanza en estas dos bandas enfrentadas.

Espero volver a encontrarte en otra vida, una en la que sea el hombre que te mereces y donde no haya negocios tan bastardos como este.

Adiós, Aria Hamilton.

Isaac Tanner.

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