CAPÍTULO 37

1.3K 78 3
                                    

ACTUALIDAD. ESTADOS UNIDOS. ISLA NO IDENTIFICADA.

Sus suaves labios se separan de los míos en un movimiento brusco, dejándome con ganas de volver a juntarlos, sin embargo pone su firme mano entre nosotros y me impide acercarme tanto como para eso.

La confusión se apodera de mí. Miro sus ojos azulados que mantienen fijada la mirada en el suelo y niega ligeramente con la cabeza.

—No...Oye no deberíamos estar haciendo esto...Yo...—Dice con nerviosismo y da dos pasos hacia atrás.

—Ethan...—Digo e intento alcanzar su mano, pero la aparta.

—No.—Dice tajante y se pasa la mano por el pelo mirando a todas partes.—No está bien. Esto no está bien.

——Perdón...Yo creí que...—Susurro con un nudo en la garganta y la vergüenza paralizándome por completo. La alarma se enciende en su sistema y se acerca con lentitud hasta mi postura inmóvil.

—No es tu culpa, Aria.—Susurra.—Ojalá las cosas fuesen distintas. Ojalá pudiese besarte como quiero hacerlo.

Mi ceño se frunce con confusión.

—¿Entonces?—Mi voz sale en un hilo de voz, sin fuerza, lleno de decepción, notando cómo mi corazón fragmenta el último pedazo que le quedaba.

—Entonces...—Comienza con la mandíbula totalmente tensa. Se para sus manos de las mías.—Me acuerdo de que yo soy tu guardaespaldas y que lo que acabamos de hacer, y que llevo deseando hacer desde la primera vez que te vi, no es profesional ni se me permite en mi trabajo.

Sus palabras arden. Arden hasta la mierda, y con ellas la pequeña ilusión y esperanza que tenía. Mis ojos llorosos se fijan en los suyos, y juraría que realmente parecen destrozados.

—Entonces que se queda en esto...—Digo tajante y con los ojos llenos de lágrimas.

No quiero llorar, no delante de él.

Peino mi pelo de una manera descuidada al igual que lo hace él cuando está nervioso, asintiendo en su dirección al mismo tiempo que me separo de la bici y la dejo caer al suelo sin siquiera darme la vuelta para ver si se ha roto.

—Aria...

Su voz pronunciando mi nombre suena de pronto, incorrecto.

Suena destrozado, como si estuviese teniendo una batalla interna en si dejarme ir o en si correr detrás de mí y envolverme entre sus brazos.

Me atreví a hacer aquello que tanto quería, quise hacerlo a pesar de que podía encontrarme con aquello que temía. Su rechazo.

Al fin y al cabo, solo somos amigos.

Ni eso, solo somos compañeros.

No quiero llorar, no por esto, no despúes de haber pasado por tanto me debo permitir llorar por esta tontería, pero es inevitable.

Me echo a andar con los ojos humedecidos, incapaz de quedarme un segundo más sintiendo su mirada compadecida sobre mí.

Creí que él estaba tan confuso como yo, que podía realmente ayudarme a apartar todos los demonios que a menudo me amenazan, que me ayudaría a superar aquello con lo que cargo, pero tiene razón. Él es mi guardaespaldas. Y yo fui estúpida al creer que podríamos ser algo más, que siquiera podíamos ser amigos.

Me apoyo contra la madera maciza de la puerta cuando la cierro a mi espalda.

Mis sentimientos por el hombre que debe dar la vida por mí no son correctos. No son correspondidos de algún modo y me hace querer gritar de dolor. No fui cierta respecto a Isaac. Di por hecho que aquello era amor, pero ni de lejos sentí nunca con Isaac lo que siento cuando los ojos de Ethan y los míos se conectan. Lo que me hace sentir con su tacto y con su olor.

GUARDAESPALDAS •¡YA A LA VENTA!• ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora