El peso del cuerpo inerte es lo único que consigue mantenerme inmóvil. He recuperado la consciencia y puedo ver a la perfección el caos de la habitación.
No ha sido alguien del otro bando el que ha disparado a mi atacante, ni tampoco fue mi hermano.
Intento quitar con todas mis fuerzas el peso inerte de encima de mí, y no es hasta unos minutos después que logro hacerlo.
Me recompongo en el sitio y cojo mi bate de béisbol cuando el desastre se traslada hacia fuera de la habitación.
¿Dónde está mi hermano?
—¿Jake?—Susurro, tan asustada que el corazón me va a mil por hora.
No obtengo respuesta, y eso solo hace que me tiemblen aún más las piernas.
Salgo de la habitación en su busca y me apego a la pared cuando los disparos son enviados hacia arriba justo donde me encuentro.
Saben dónde estoy, y saben que no pueden herirme de muerte, ya que si lo hubiesen querido podrían haberme disparado a la cabeza directamente, pero en vez de eso disparan a los pies. Solo quieren herirme, incapacitarme, frenarme...
Me quedo con las palmas pegadas a la pared, sudorosas, con los ojos apretados y la respiración acelerada.
El que disparó al del pasamontañas es lo único que ahora mismo me mantiene intacta, disparando desde la puerta a los que parecen haber sido sacados de una película de guerra.
No le conozco, pero tampoco es totalmente nueva su cara para mí.
Aunque a decir verdad, no es eso lo que ahora mismo me preocupa.
Me despego de la pared, incapaz de seguir aquí parada sin hacer nada y sin ver que mi hermano está bien, y me atrevo a mirar por encima de la barandilla de las escaleras.
Veo entonces su pelo rizado, manchado de lo que parece ser sangre, y respiro hondo cuando veo su silueta agachada, escondida tras uno de los sofás del gran salón, disparando contra dos de los encapuchados que se mantienen disparando a mi posición.
Un pequeño sonido es lo que me saca de mis pensamientos, insignificante pero que llama mi atención justo y cuando cae a unos metros de donde me encuentro.
Oh dios mío...
Pero antes de poder pensarlo con detenimiento me adentro en la habitación, dejando caer de una manera dramática el bate que sujetaba entre las manos.
Corro con rapidez, pero no tanta como la del chico que se abalanza sobre mí con descuido.
—¡Al suelo!—Exclama, justo antes de que sus brazos me envuelvan a la perfección mi silueta, quedando a cada lado de mi cuerpo en paralelo.
El estallido que se produce es arrasador, devastador y hace que cada parte de mi cuerpo, junto al edificio entero, tiemble.
El aturdimiento máximo viene a mí y mi corazón se acelera cuando lo único que logro escuchar al abrir los ojos de nuevo es un pitido intenso en mi oído izquierdo.
Piezas del tejado caen a nuestro alrededor, gracias al cielo sin que nos aplaste ninguna.
Me aferro a la tela de la camiseta negra del chico, creyéndome con el derecho de que aunque no lo conozco ni sé por qué me está ayudando, puedo apretar la tela de su ropa para tranquilizarme y no gritar como tanto deseo.
Su respiración es agitada, y me sorprende ver cómo a pesar de la fuerte explosión que nos deja aturdidos se mantiene recto sobre mi silueta, sin dejar que su peso caiga sobre el mío, tan solo rozando la punta de su nariz con mi frente.
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GUARDAESPALDAS •¡YA A LA VENTA!• ©
Storie d'amore¡YA DISPONIBLE EN FÍSICO Y EN EBOOK! Publicación en Amazon, ya a la venta. La familia de los Hamilton esconde un gran secreto. Uno que Aria, la más joven del linaje, desconoce. La vida de la pequeña de diecisiete años había sido un completo mister...