ETHAN
—¿Seguro que no podemos llegar a un acuerdo?—Pregunto impaciente y el anciano niega con la cabeza muy lentamente.
—Ya he puesto en peligro a mi gente demasiadas veces, Blake. Esto no es un juego, y no estoy dispuesto a que ellos mueran por ella.—Sus palabras me azotan con frialdad y tengo que apretar los puños para no tirarle el libro antiguo que sostengo en las manos a la cabeza.
Sus ojos se posan en él, y un escalofrío me recorre la espina dorsal.
—No debes tocar eso.—Dice y le miro con el ceño fruncido. Dejo el libro a mi espalda y me acerco a la mesa para implorarle su ayuda una última vez.
—Por favor, Leandro. Ella no se merece esto.—Digo en un hilo de voz y suspiro lentamente.— No pido que ataquéis en el caso de que haya que hacerlo, solo os pido que mantengáis los ojos abiertos y que si veis algo sospechoso, me lo comuniquéis de inmediato.
Él parece pensarse mi propuesta una vez más y cierra los ojos con las manos enlazadas para luego suspirar profundamente.
—Está bien.—Dice y una tranquilidad inmensa me recorre de los pies a la cabeza.—Pero como te vuelva a ver por aquí cambiaré de idea, Blake.
—Gracias, te prometo que no me volverás a ver el pelo.—Le sonrío en forma de agradecimiento y me encamino hacia la salida.
—Ethan.—Dice entonces, justo antes de que roce la manilla con los dedos. Le miro por encima del hombro y con asombro observo que ha fijado la mirada grisácea en la mía.—Ten cuidado. Esa gente es peligrosa. Saca cuanto antes a la chica y busca un lugar seguro fuera de aquí.
Asiento aunque sé que no voy a hacerlo y cierro la puerta de cristal tras mi espalda.
La luz del sol me da de frente, incomodando mi mirada, por lo que me obligo a cerrar los ojos ligeramente para poder ver con nitidez. Cuando por fin me acostumbro, consigo admirar el buen ambiente que hay en este sitio.
La gente de aquí no huye, no escapa. Mantiene una vida tranquila y humilde en esta remota isla alejada de la mano de Dios. Los niños juegan con balones, simplemente riendo, y los padres trabajan en el cultivo con tranquilidad.
Nada de muertes, huidas ni ataques constantes que te hacen dormir con un ojo abierto.
Desde el día que entré en la empresa he dormido con un ojo abierto, siempre. No ha habido un día que no piense en hacer la maleta y salir corriendo de nuevo a otro lugar. Esto, para mí no es vida.
Ahora es distinto. Ella lo hace más...Ameno. En parte por la compañía a la que no estoy acostumbrado normalmente, pero también a que sabe cómo hacerme creer de nuevo que existe un mañana donde no será así nuestro día a día.
Cree que en un tiempo, no sabe ni ella cuanto, volverá su hermano para salvarla y ambos se irán a su vieja casa a vivir como solían hacerlo. Yo, no estoy tan seguro. Pero no puedo decirle que lo que desea es una farsa, simplemente no puedo acabar con el atisbo de ilusión y esperanza que sus ojos reflejan cuando lo piensa. No puedo.
Y para qué engañarnos, yo también lo quiero. Llevo cinco años en esta empresa, entrenando día a día, pensando en cómo salir de toda esta mierda, sin embargo, nunca encontré otra oportunidad más clara que Aria.
Así es, esa chica de pelo castaño, metro cincuenta y ojos verdes ha conseguido que yo, Ethan Blake, tenga esperanza de salir de todo esto. Y por ello sigo adelante, por ella. Por salvarla y tener ese futuro soñado.
Esta gente me ofreció su ayuda hace unos años, y no pude evitar decir que sí. Me pareció un sitio seguro para ella.
¿Y lo peor? Que yo sabía lo que le pasaría en unos años. Que yo era consciente de toda esta mierda, y no hice nada para evitarlo.
Debí haberme presentado aquella noche...La noche en la que bailamos. En la cual miré sus ojos y sentí que la inocencia era su marca de identidad, que era una buena chica sin atisbo alguno de maldad en su corazón.
Debí haberle advertido de todo, que saliese huyendo...Sin embargo no lo hice. No tuve el valor para hacerlo y me arrepiento cada día cuando la veo.
—¿Ethan?—Escucho una voz conocida a mis espaldas y me giro con sorpresa.
Los ojos de una de mis antiguas profesoras en la academia de formación me miran eufóricos, y eso solo me hace sonreír de pronto.
—¡Sarah!—Exclamo y me recibe con los brazos abiertos.—¿Qué haces aquí?
—Cuando atacaron la mansión de Derek me mandaron aquí. Es un lugar bastante tranquilo.
—Supongo que estarás al tanto de nuestra situación.—Nos sentamos en una de las fuentes del centro del pueblo y asiente con puro terror.
El tacto frío de la piedra se siente incómodo y húmedo, pero no le doy importancia.
—Lo estoy.—Comienza.—Y opino que deberían llevaros a un lugar de alta seguridad, no a esta isla sin ningún tipo de seguridad.—Dice y suspiro para luego asentir.
—Lo sé, pero aunque no lo parezca esto es más seguro de lo que crees. Tenemos espías y aliados que nos mantienen al tanto.—Su expresión cambia de repente y me acaricia una de mis manos apoyadas en la fría piedra en señal de reconforte.
—Espero que sí, Ethan. Eso espero.—Es lo último que dice antes de que el silencio nos invada a ambos en una incómoda situación.—El otro día vi a un chico por aquí rondando...Preguntaba por ella.—Frunzo el ceño con confusión y espero a que continúe con impaciencia.
—¿Un chico?—Pregunto.
—Sí.—Admite.—De pelo castaño y rizo...Alto, muy alto. De ojos azules. No quiso decirme su nombre.
Para cuando acaba de describirlo, mi corazón ya se ha parado en el sitio y mi mandíbula se aprieta con toda la fuerza posible como acto reflejo porque sé de quién habla.
—¿Lo conoces?—Pregunta.
Asiento con los ojos apretados.
—¡Oh por dios, Ethan! ¿Acaso no sabes que no debe involucrarse nadie más? ¿Es que no te enseñé bien?—Se lleva la mano a la frente dramáticamente.
—Sarah...
—¡No! Debes sacarlo ahora mismo de aquí y asegurarse de que no vuelve. ¿Y si le siguieron? Podrían estar planeando atacarnos ahora mismo.
—Créeme, Sarah. De verdad que daría lo que fuese por echarlo, pero...
—Ni peros ni peras. Debe irse, no hay más que hablar.—Espeta tajante.
—Es el novio de Aria, la única persona de su pasado que le queda. No va a querer que...
—La protección antes que los sentimientos, Ethan. Eso es lo que acordamos. Debes hacerla entrar en razón. También le está poniendo en peligro a él.
—Lo sé...
—Pues no hay más que decir.—Se levanta diciendo la última palabra y me mira por encima del hombro.—Ahora si me perdonas debo irme. Podrían atacarnos en cualquier momento y no deberíamos estar de charla mientras atentan contra nosotros. Vuelve a esa casa y termina con esto, Blake.—Es lo último que dice antes de echarse a andar hacia la plaza llena de gente.
![](https://img.wattpad.com/cover/84273838-288-k160833.jpg)
ESTÁS LEYENDO
GUARDAESPALDAS •¡YA A LA VENTA!• ©
Roman d'amour¡YA DISPONIBLE EN FÍSICO Y EN EBOOK! Publicación en Amazon, ya a la venta. La familia de los Hamilton esconde un gran secreto. Uno que Aria, la más joven del linaje, desconoce. La vida de la pequeña de diecisiete años había sido un completo mister...