Rubén se encontraba parado en el borde de un acantilado. Era un día nublado y gris, el viento soplaba levemente moviendo sus cabellos, su mirada sin vida se asomaba hacia abajo observando como aquellas olas chocaban fuertemente contra las rocas, cualquiera que lo viera pensaría que trataría de saltar, pero no pensaba en eso, el en realidad no pensaba en nada, solo era como un cuerpo sin vida parado en aquel lugar que frecuentaba ir.
- Haa… - Suelta un profundo suspiro.
El iba a aquel lugar y miraba hacia abajo, pero no para admirar el paisaje, nunca se tomo la molestia de hacer algo como eso. Y como llegó allí minutos atrás, se dio la vuelta para volver de vuelta al camino.
Su caminata era lenta y despreocupada, sin pensar en nada. Caminando por calles poco transitadas pero que poseían sus sonidos, personas hablando, autos pasando, bocinas sonando, perros ladrando. El aun asi todo eso era como si no se escucharan, porque poco le daba importancia, estaba como en su propio mundo, un mundo desde hace varios años se fue acostumbrando a el.
Llega a su casa e ingresa dirigiéndose hacia la cocina, allí había una pequeña nota arriba de la mesa.
“Llegaré tarde, en la heladera hay para cenar, cocínate algo y no te quedes hasta muy tarde despierto”.
Arruga aquella nota y la arroja al cesto de basura. Abre la puerta de la heladera agarrando un refresco y unasfrituras y se dirige a su habitación encendiendo su ordenador y prácticamente allí pasar toda la noche jugando videojuegos.
Bostezaba de sueño y aburrimiento pero le daba igual, el seguía jugando. Su habitación estaba completamente oscura, su cama estaba toda destendida, había objetos tirados en cualquier lado, estantes con libros y videojuegos. Ya siendo tarde, apaga el ordenador y se levanta para alistarse a dormir. Abre uno de los cajones de su escritorio tomando unas pastillas de dormir, allí se encontraba un portarretrato dado vuelta. Lo mira unos segundos sin levantarlo, abre el frasco tomando una pastilla y lo vuelve a colocar en el cajón cerrándolo. Y solo se duerme…
Esa era su rutina, levantarse tarde, ducharse, comer, jugar videojuegos, salir a caminar un rato, volver a casa, jugar videojuegos, dormir… No tenia necesidad de hacer otras cosas, nada le motivaba ni siquiera trabajar a sus veintiún años. Su tia, de la cual se ha hecho cargo de el desde niño, poseía un importante puesto en una agencia de moda y viajaba seguido a varias partes del mundo, por lo que nunca estaba en casa y a Rubén no le faltaba nada.
Al despertar, mira la hora, eran las 2 pm por lo que se levanta y se dirige a la cocina, donde encuentra otra nota.
“Perdón por no despedirme, pero te dejé dinero para que te arregles por estos días, tengo un vuelo a Francia, cuidate y trata de hacer otras cosas, diviértete” .
Esto le daba igual, ya que estaba acostumbrado a estar solo, desde que su tia tomó cargo de el pocas veces la había visto, pero mientras no le faltara el dinero estaba bien por el.
Esa tarde decidió salir a caminar un rato, era raro porque había sol, pero aun así todo era gris para el, intentaba siempre ir por el lado de la sombra, usando un buzo con capucha y caminando con una mirada baja. Pasando sin importancia a todo, su atención se desviaba solo cuando tenía que cruzar la calle.
Y llego a aquel acantilado de nuevo. Al levantar su mirada ve a alguien sentado en el borde del mismo, se quedó unos segundo pensando si darse la vuelta y seguir caminando o aun asi dirigirse allí y pasar por alto a esa persona. Y decidió tomar la segunda opción, ignorar a las personas era una de sus más resaltables cualidades.
Aquel joven que allí se encontraba escucha unos pasos acercándose por lo que no pudo evitar mirar hacia atrás y ver como aquel otro muchacho se paraba a pocos metros de el mirando las olas.