Desde que Rubén era pequeño y sufrió esas desgracias en su vida, hubo una persona que desde que tiene memoria siempre estuvo para apoyarle. A pesar de continuas distancias, ausencias por temas laborales, falta de comunicación y demás detalles donde por un tiempo se desconectaron, con Melanie tenía un cariño muy grande por ser esa tía divertida, la que le hacía la contra a su madre de forma entretenida, la que le daba regalos por más simples que sean... para él, ella era una imagen de calidez que de a poco se alejó con la difícil perdida de su madre. Lo sabía, aunque Melanie se mostrara fuerte era obvio que también sufría, aún así se ocupó de su sobrino, que estudiase y nunca le faltara nada. Se preocupó en que ese chico progresara y nunca tuvo problemas en saciar sus caprichos pero como todos cometen errores ella no fue la excepción. En su trabajo, su continuo progreso le otorgó posibilidades de avanzar y eso era estupendo, algo de lo que se sentía orgullosa resaltaba en poder hacer lo que le gustaba pero al costo de ocupar muchas horas fuera de casa. Rubén nunca se quejó por esto, algo que le hacía bien era saber que esa persona crecía de tal forma agregando que no tenía ni idea de hasta cuando podía engañarla con su fachada de "todo está bien"...
El continuo trabajo también surgió como forma de mantener su mente ocupada. La pérdida de su hermana, el abandono de su cuñado, su sobrino solo, resultaron de una tormenta que se le avecinó en un pestañar de su vida. Hubo muchas veces donde se sintió realmente muy destruida y sin energías para nada, había mucho dolor del que más de una vez se vio perdida y se preguntó por qué pasaban estas cosas... pero su voluntad nacía del bienestar de su sobrino, "nada te faltará, yo te cuidaré" y así lo hizo. Todo iba a estar bien y con ella progresando en su trabajo y ese chico que en algún momento volaría a su independencia y quién sabe, quizás casarse con alguna muchacha y tener hijos, era el modelo de vida que imaginó. El error no pudo verlo, esforzándose por su parte se contentaba cuando al ver a su sobrino "todo estaba bien" y cuando comenzó a saber de sus nuevos amigos, su nuevo trabajo y hasta de su pareja, sin importar si fuese hombre o mujer, ella estaba feliz de que podía estar segura que con su vida encaminada no estaba mal tomarse un respiro.
La realidad estaba un poco alejada de todo ese mundo de felicidad cuando la verdad recaía en que su sobrino había estado luchando todo éste tiempo para lograr eso y sin la presencia de Mangel no hubiese sido posible. Se convenció de las sonrisas fingidas sin notar lo que escondían detrás... ¿Qué hubiese sucedido si Mangel nunca pisase ese lugar? Nunca se hubiese involucrado con ese chico, ¿Cuándo Melanie notaría que algo no andaba bien?
Ésta última noticia que la mujer recibió por parte de Mangel le hizo dar cuenta que no todo era perfecto como imaginaba. Tanto tiempo ocultando esas cartas con el pensamiento de que estaba haciendo lo mejor por su sobrino no bastaba para quitarle el demás peso de encima, creyó que al pasar tantos años ya no le preocuparía el pasado, que habría superado la pérdida de su madre y no le importaría el saber de su padre. Ahora sentía una gran culpa...
Rubén y Melanie se miraron por unos incómodos cinco segundos hasta que la mujer avanzó unos pasos hasta él.
- No – le detiene Rubén –no sé porque estás aquí ahora pero – se le hacía difícil verle a los ojos – no quiero hablar con nadie ahora, no me siento bien...
- Lo sé... Mangel me lo contó – le responde y sigue avanzando hasta detenerse a pocos centímetros.
- ¿Te lo contó? – Mira a Mangel que aguardaba en el marco de la puerta - ¿Qué te contó? – se perturba.
- Algunas cosas... - respira hondo – y yo debo darte una disculpa.
La mujer se sentó sobre la cama sosteniendo en sus manos ese cofre cerrado del cual Rubén ya lo vio familiar pero decidió no preguntar nada ya que si lo tenía en sus manos ella misma se encargaría de dar sus razones.
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