Al escuchar aquellas palabras pronunciarse por parte de Rubén, fue un temor inmenso lo que le sucumbió el de lentes haciéndole sentir una desesperación por unos segundos y no quiera dejar de aferrarse a él, pero respiró hondo y se centró en la situación que se estaba desarrollando. Si no mantenía el control no podría ayudar a Rubén, solo empeoraría las cosas que ya bastante complicadas estaban. Nunca pensó que luego de todo el avance que habían logrado juntos, un hallazgo así terminase de tirar abajo cada pilar, como si una gran tormenta arrasase con cada cimiento que con tanto esfuerzo construyeron...Se podía imaginar lo sucedido comparable a esas metáforas pero aún así, aunque pareciese que se reiniciase todo a cero, alguien no quería creerlo de esa manera. Después de todo ¿Quién prefiere quedarse en el suelo luego de caerse? Y si es otra persona la que se cae ¿acaso no ayudarías a levantarle las veces que se siga cayendo?
Mangel se mantuvo sereno y muy centrado, rodeando con sus brazos al cuerpo del deprimido muchacho.
- Escucha Rubén, debes mantenerte tranquiloh y no dejar que malos pensamientos teh hagan sentir de esah forma. Todoh estará bien, hazmeh caso. Solo recuerdah cada momentoh que hemos pasadoh juntos, todo lo que hemos avanzadoh ¿dejarás de ladoh todo eso para volver a estancarteh? – susurra cerca de su oído.
- Realmente estoy muy cansado ahora, ni siquiera quiero discutirte o buscar excusas ya que me da todo igual. No quiero pensar en nada, solo quiero dormir– trata de ponerse de pie con una expresión completamente vacía en su rostro –me voy a casa - no se sentía bien, no sentía tristeza, no sentía nada o así se equiparaba.
- Esperah – le detiene tomando su muñeca – yo todavía estoy aquíh y no voy a dejarteh.
Por un instante esas palabras le reconfortaron a Rubén, si miraba a Mangel desde el borde de ese acantilado era como si no hubiese nada mas allí que ese chico, sabía que desde que apareció toda su atención y vida se la otorgó casi por completo a él. Últimamente, ciertos pensamientos le estaban haciendo ruido en su cabeza pero con Mangel poco importaban. Sin saberlo, el extraño dibujante se había convertido en una figura que lo separaba del borde del acantilado, que lo mantenía alejado de dar un paso en falso. Fue como una baranda de protección cuyo lugar no tenía y solo se despejaría si aprendía a pararse correctamente para ver el paisaje. Pero también... solo se hacía falta un impulso para cruzar a través de ésta y no detenerse, caer hacia donde sus ojos tanto miraban antes. El pesimista pensamiento que no podía apartar y el lugar de la oscura nostalgia se convertía en un cóctel del cual no era bueno tomar decisiones, si no se alejaba cuanto antes acabaría por consumirse por completo y muy dentro suyo no podía ver a ese chico que sostenía su muñeca triste, no quería ser la causa de su tristeza aunque no pudiera sonreír.
- Necesito descansar – casi en una súplica espera que le suelte para volver a su casa que, pensándolo bien, su "hogar" solo podría contribuir a más peso en su espalda.
- Iréh contigoh, tu mano teh la lastimaste al golpear el sueloh, voy a curarla – sin apartar la mano comienza a avanzar acompañándolo de vuelta.
Rubén no respondió, dejó que le encaminase a su voluntad, era preferible ya que ni ánimos de ver a donde pisaba tenía, podía caminar en círculos sin llegar a ningún lado y no le importaría. Mantuvo la vista al suelo u observando el vapor salir por sus labios producto del ambiente frío cuya temperatura seguía disminuyendo a cada hora cerca del anochecer. La mano de su pareja pasó a tomar la suya, lo único cálido que podía sentir en todo el frío. Mangel se quedó con la pulsera de su padre, la apartaba de su vista para no empeorar el curso de las cosas. No servía de mucho pero era la mejor opción.
Al llegar a casa, automáticamente y sin otra distracción, el castaño entró y fue directo a subir las escaleras hasta llegar a su habitación, no quería ni siquiera mirar la puerta de la habitación de sus padres, la ignoró por completo y una vez en su cuarto se sentó en la cama despojándose de su abrigo para arrojarlo a algún lugar del suelo. Su frustración le destrozaba por dentro al punto de querer impulsarse a romper cualquier cosa que tuviese delante pero no lo hizo, prefirió no expresar nada al exterior, tampoco ganaría nada al hacerlo.