Esta iba a ser la primera vez que Rubén estaría desarrollando un tipo de trabajo, por ende, acostumbrarse no sería fácil. Toda su vida solo fue colegio, casa y actividades para matar el tiempo en solitario, esto era muy diferente porque si ponía esfuerzo y motivación seguro podría ser un trabajo para toda la vida pero… ¿acaso se veía como futuro joyero? Ya de por sí le parecía raro terminar desarrollando esta actividad porque por más que de niño se interesara en esta clase de cosas, ahora era diferente, no diferente en que dejaran de gustarle si no en el hecho de que jamás pensó que volvería a hacer algo con relación a las joyas desde aquella vez que unió cuerdas con perlas amarillas y esas peculiares medallas. Parecía que cada cosa relacionada con su actual vida lo acercaban a experiencias del pasado que antes trataba de escapar y otras de escarbar para sufrir pero ahora no se sentía que estaba sufriendo, le causaban un cierto malestar por recuerdos que aun seguían ahí lastimando pero ya no era lo mismo que antes. Él estaba cambiando y eso significaba su avance, el permitir tener a una persona a la cual querer a su lado, el aceptar amigos, el animarse a cosas que antes no haría, el enfrentarse al pasado para vivir un presente… pero solo nunca se hubiese predispuesto a esto. La aparición de Mangel fue como una salvación enviada a su vida, alguien que llegó a cambiarle su mundo, poco a poco, con tropezones que beneficiaron al fin y al cabo a lo que eran actualmente. Si Mangel apareció para quedarse en su vida eso significaba que Rubius no podía ser una carga para la suya, no sólo debía quedarse viviendo un presente sin planes; su futuro también estaba en sus manos. Un trabajo del cual tuvo interés desde que tenía memoria ¿Por qué no dedicarse a ello? Debía aprovechar la oportunidad sin mirar hacia atrás…
…
- Entonces te veo mañana temprano en la joyería – dice Ezequiel con una enorme sonrisa volviéndose a alejar unos pasos – no llegues tarde! Y lleva para anotar no te olvides!
Dicho esto, el rubio siguió su trayecto bajo esas farolas que se iban encendiendo una por una hasta desaparecer en la lejanía.
Aunque Rubius no lo demostrara tanto exteriormente, por dentro ya se estaba comenzando a poner un poco nervioso por el día de mañana, se sentía algo inseguro y dudoso de si llegaría a resultar de manera positiva o seria un inútil o no podría llevarse bien con sus futuros compañeros de trabajo, no tenía ni idea si se encontraría con muchas personas o pocas, mucho menos sabia de que hablaría, seguro iba a dar una imagen antipática y ya se lo imaginaba. Por otro lado, Miguel se sentía feliz por esta nueva experiencia para Rubén y tenía muchas expectativas de que todo le iría genial; ver el lado bueno de las cosas siempre fue su fuerte, no podía darse el tiempo de pensar en cosas tan triviales como celos o el poco tiempo que tendrían para verse, el futuro de ambos era lo importante aquí y debía tener confianza en que nada malo podría desencadenarse.
La vuelta a casa fue silenciosa y tranquila con el sonido de los grillos a su alrededor, la luna brillando en lo alto, las luces iluminando las calles, los pocos autos que por allí transitaban y esos pasos de ambos yendo a la par, si no hablaban no era porque no tenían de que hablar o se sintiesen molestos con algo. Estuvieron conversando toda la tarde por eso momentos así también eran bellos de apreciar, sobretodo porque Miguel sabía bien que su chico la mayoría del tiempo estaba mas cómodo con el menos ruido posible.
Los ojos del castaño se desviaban de a minutos notando que para el morocho estar así no le resultaba aburrido, ¿pero en qué cosas pensaba mientras caminaban?, podía darse cuenta por fuera la actitud que tomaba Mangel pero su mente era lo que más le llamaba la atención, saber que estaba pensando. Quería saber si estar así lo hacía para disfrutar el silencio del momento, lo hacía para no molestarle, si se sentía culpable por tenerle hablando todo el día… preguntarlo era sencillo pero había cosas de las que quería darse cuenta por sí mismo.