¿Cómo podía volver a la forma en la que estaba antes?, en el silencio de aquella habitación se escuchaban solo las agujas de reloj. Antes solo ignoraría todo, seguiría desinteresado y estaría jugando videojuegos como siempre. Pero ahora Rubén no tenía ni ganas de jugar a nada, se sentía vacio pero ahora no podía ignorar lo que estaba pasando. Lo que años le costó el guardar sus sentimientos en lo profundo de su corazón y no dejar entrar a nadie, en solo unos días aquel muchacho entró por la fuerza y ahora que decidió ya no volver a saber más nada de él era como si se volviera a sentir muerto en vida. Las cosas no habían cambiado tanto en su mundo, pero de a poco sabía que era diferente, ya no quería seguir la misma rutina de siempre mientras todo era gris y aburrido y solo se dedicaba a pensar en cosas deprimentes. Quería alcanzar aquello de lo que Miguel podía apreciar, quería ver su mundo. Pero ya nada tenía sentido. Podía intentar conseguirlo por si mismo pero estar solo era triste y recién en ese último tiempo lo estaba notando. Se arraigó tanto a la idea de sufrir en soledad que era difícil dar ese paso a algo distinto, y con aquel chico podía lograrlo.
“Las personas como yo sólo tienes que estar solas, no se merecen tener a alguien en su vida”, no podía dejar de pensar. Se sentía más sólo que nunca y eso dolía.
Alex y Ricardo terminan llegando a la elegante casa para estacionar la moto enfrente y descender para acercarse hasta la puerta.
- Es una gran casa! – Alex miraba de arriba hacia abajo - ¿sus padres son ricos o algo así? ¿Son de los no pasan mucho tiempo en casa? – gira a mirarle.
- Pues, yo no le conozco realmente. Sólo conocí a una mujer que vive aquí, creo que es su tía. No sé nada de sus padres –
- Ah… si escuche acerca de su tía – se paran frente a la puerta – quizás esté en casa y nos atienda ella por si él no quiere abrirnos.
- Quizás – se para a su lado - ¿y qué harás? ¿Convencerle que hagas las paces con Miguel o algo así? –
- No sé si algo así será tan fácil. Pero quiero saber si éste chico en realidad no es tan malo como parece, su manera de ser me hizo ver a alguien de muy mala influencia para Miguel. Pero sólo terminé relacionándolo con personas que sí que no valían la pena para nada y me olvidé de pensar en lo que realmente quería Miguel, se que ya no es una persona que se dejaría influenciar con las mismas personas de su pasado, por eso… - acerca su dedo al timbre – quiero hablar apropiadamente.
- No sé muy bien de que se trata bien todo eso de su pasado, no lo conozco tanto como tú, pero sé que no quiero verle mal, ni a él ni a éste chico aunque no sepa nada de él. Quiero ayudarles, la vida es corta para sentirse mal ¿no crees? – sonríe.
- Claro – sonríe también y presiona el timbre.
Miguel terminaba de dibujar.
- Parezco un psicópata obsesionadoh – pasaba las hojas de su cuaderno. Las primeras hojas eran dibujos de todo tipo y ya las últimas eran relacionadas con la ciudad y varios dibujos de Rubén. – Tengo que parar de dibujahle – dejaba el cuaderno a un lado.
Echa un vistazo hacia la hora del móvil. Habían pasado unos veinte minutos y Alex no aparecía. Quizás había salido a comprar algo, quien sabe, o se fue a casa pero ¿Por qué no avisarle antes de que saliera así rápidamente y aún no volviera?, ¿Qué tanto le haría esperar?, de todas maneras decidió no darle tanta importancia al asunto, tampoco es que hubiese pasado tanto tiempo.
Lo que ahora debía concentrarse era en dejar de sentirse angustiado por toda la situación, no estaba siendo él mismo, no es que debiera comportarse como si no le importara, si no que debía pensar en que era lo que realmente quisiera hacer. Pero lo que él quería hacer se oponía a la voluntad de Rubén. ¿Entonces qué solución había?