Rubén y Miguel se encontraban comiendo una sencilla cena uno frente al otro en aquella gran mesa del comedor. No había palabras que ocuparan ese aire, no porque no tuviesen tema de conversación. Era como si de un segundo a otro la timidez se hiciera parte de ellos, sobretodo en Rubén que cenaba como si se encontrara allí sólo sin siquiera mirar a Mangel que no apartaba su mirada de él. Al de lentes le parecía entretenido aquella actitud que estaba tomando, se veía incomodo costándole adaptarse a cambios pero lo más tonto de todo es que nada sería diferente a lo que eran hasta ahora, sí …. estaban siendo más cercanos pero eso no significaba que debieran actuar diferentes.
- Te vés un pocoh tenso –
El ruido de los cubiertos se detiene.
- ¿Así me veo? – le mira preocupado como si aquello le hubiese hecho molestar.
- No hagas esoh –sonríe.
- ¿Qué no haga qué? –
Mangel se mantiene en silencio mientras limpia su boca con una servilleta y seguía apreciando aquel rostro inseguro del castaño. Lo entendía muy bien, podía saber que cosas estaba pensando sin siquiera preguntarlas. En todo ese tiempo que le vió actuar como lo hacia, le había escuchado cada cosa negativa que decía, podía comprender que lo que tenía era miedo y dudas.
- No debes actuar diferenteh a como venías siendo. Te ves incómodo comoh si cualquier cosah que hicieras podría arruináh todo en cualquier momentoh, quieroh que seas tú apartandoh cualquier idea mala de tu menteh – deja los cubiertos sobre el plato habiendo terminado su comida.
Rubén lo medita un poco y sabía bien como debía comportarse pero una parte de su personalidad lo haría proceder de la forma en que no debía aunque tratase de lograr lo contrario.
- Sé a lo que te refieres, debería estar tranquilo y dejar que las cosas tomen su rumbo pero ya sabes como soy, además ¡tienes que darme tiempo a verte de esta forma! No es fácil – lo ultimo lo dice ya alterándose.
- ¿A que formah dices? – apoya el codo sobre la mesa y recuesta su cabeza en su mano ladeando una sonrisa traviesa.
- Sabes a lo que me refiero, que tú seas… - le costaba sacar esas palabras de su garganta – eso.
- ¿Eso queh? – tenía noción que no se lo diría directamente pero quería ponerle nervioso.
- Eso y yá, no voy a decirlo – se pone de pie para llevar los platos de vuelta a la cocina.
- ¡Quiero que me digah que es eso! – le grita aguantando la risa mientras le vé marcharse.
Rubén no le contesta nada y la puerta se cierra detrás de él.
No podía evitar retroceder al pasado y recordar momentos como cuando ese chico había entrado sin su permiso y cenado con él. Ese dia lo había irritado demasiado pero a pesar de eso nunca pudo tratarlo con una actitud de querer que desapareciera para siempre, a pesar de su actitud fría, en todo momento incluso hasta el dia de hoy siempre peleó con dos formas de ser suya, la fría y distante contra la que se aferraba a no morir solo y querer afecto. Desde que ese chico entró a su vida, de poco el lado que quería vivir y tener a alguien a su lado fue la que avanzó más. Quien diría que ese tonto al final le terminara haciendo florecer sentimientos que pensó que nunca tendría, ahora eran “algo más” y ese algo más se le hacía complicado de aceptar por completo. Rubén nunca fue una persona cariñosa, sentimental y cálida por lo que hasta un simple “te quiero” no le saldría fácilmente. Eso le hacía pensar que porque una persona como Miguel querría tener a alguien como él de esa manera pero en toda relación se acepta a la otra persona tal cual es y el chico de lentes lo aceptó desde el primer momento en que le vió y supo que se merecía ser feliz como todos.