Capitulo 4

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A la mañana siguiente, Miguel se levanta con su energía alegre tan habitual como siempre y sale de su piso para dirigirse a una panadería cercana a su departamento.

- Bueno diah! – entra feliz mientras se dirige hacia la puerta de servicio.

- Buenos días. – contesta un hombre – hoy te toca atender la caja.

- Entendido – deja su mochila en una silla y se apronta a trabajar.

Por su parte Rubén aun seguía durmiendo, de seguro su profundo sueño terminaría ya pasando el medio dia como siempre. Igual no tenía responsabilidades que cumplir así que podía dormir lo que quisiera.

Miguel por suerte al llegar a esa ciudad, pudo conseguir un empleo rápido en ese lugar con ayuda de algunos contactos que tenia, no tenia de esos amigos de toda la vida, ya que a el le gustaba viajar y nunca se quedaba muchos meses en un solo sitio, pero llegaba a conocer personas geniales del cual se llevaba bien y podía contar con su ayuda.

Ya era cerca del medio día, cuando terminó su horario y ya tenía esa tarde libre, una tarde que dedicaría a dibujar como siempre hacia. Tomó su mochila al hombro y decidió caminar un rato. Aun no conocía la ciudad al 100%, más aún porque ni siquiera tenía un plano de la misma, igual de eso no se preocupaba mucho porque mientras  pueda volver al lugar donde tiene techo para dormir no importaba el rumbo que diera, solo unas preguntas a algunos desconocidos y seguro se ubicaría.

Por algunas calles angostas aun sin alejarse mucho de lo que el ya conocía, le llamo la atención un pequeño parque donde allí estaban jugando unos chicos a la pelota. El lugar era muy tranquilo, tenía un camino de piedras  y bellos arboles del cual el viento dejaba caer sus hojas, y allí decidió sentarse un momento. No habían pasado cinco minutos y ya sus ganas de dibujar habían despertado, pero no pudo sacar su cuaderno que la pelota de aquellos chicos termina rodando a sus pies.

- Señor! ¿nos pasa la pelota? – Grita a lo lejos uno de los niños levantando su mano.

- Señor? Que aun ehtoy en mis veinteh… - murmuro para si mismo echando una risa – Ahí va! – les devuelve el grito agarrando la pelota y aprontándose para patearla, pero la cara de los chicos quedaron en shock cuando de una torpe patada pero fuerte, termina la pelota despedida por unos matorrales altos al costado del parque.

- emm.. – Miguel no sabía que hacer al tan torpe descuido, es que en realidad siempre fue malísimo en deportes.

Los chicos se acercan a el corriendo.

- No seh preocupen chicos, yo se lah busco! – les dijo entusiasmado para poder arreglar ese error.

- Pero la pelota se fue por sobre las rejas… - señala uno de los chicos un poco triste.

- ¿Rejas? – Miguel se acerca para ver hacia donde había volado la pelota y solo con correr un pocos los matorrales y enredaderas aparece en frente de el unas altas rejas negras. – uf… - da una mirada hacia arriba pensando en cómo cruzar eso.

Agarra su mochila y la cruza al otro lado de las mismas, se saca su campera y también la tira al otro lado y comienza a treparlas.

- No se moleste señor! No importa… conseguiremos otra, puede lastimarse – uno de los chicos se veía un poco preocupado.

- No me subehtimen chicos, soy malísimo en deporteh que tengan que veh con pelotas pero pa trepar ahí eh otro tema! – es que el había ya viajado a algunos sitios de altas montañas, por lo que escalar era pan comido. Y asi fue, rápidamente ya estaba del otro lado.

Los chicos emocionados esperaban a que pueda conseguir de vuelta la pelota. Por su parte Miguel dio una panorámica mirada a lo que allí había. Era una bella casa ni muy exagerada ni muy simple, era una casa perfecta para vivir, con un gran patio del cual apagaba un poco la vista de la casa, ya que todas las plantas estaban muertas. Parecía que nadie nunca se ocupo de ellas.

Fanfic / Rubelangel : El acantiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora