Miguel pasaba bronceador por toda la extensión de la espalda de Ana muy tranquilo y cómodo, después de todo ella solo era una amiga, no había que porque ponerse nervioso a excepción de ella que esperaba que ese contacto de su mano no sintiera que se le salía el corazón a latidos de lo nerviosa que la ponía.
Alex y Ricardo jugaban en el agua y Rubén se encontraba a varios metros de ellos con una mirada perdida y sin saber que hacer que solo observar ese extenso paisaje.
- Miguel creo que ya está – se da la vuelta para tomar de vuelta la crema – muchas gracias, yo me quedaré tomando un rato sol ¿Por qué no vas a divertirte un poco con Rubén que está solo? – sonríe y se sienta sobre su toalla, toma su bolso y saca un libro.
- ¿Estáh segura? ¿no te aburrirás solah? Podrías venir a jugar con nosotros – toma una pelota de su mochila.
- Iré luego que el día recién comienza – abre el libro para comenzar a leer.
Miguel se aleja unos pasos.
-Te estaréh esperando y mira que no te dejaréh ganar tan fácil – se da la vuelta muy contento para marcharse.
- Miguel! –
Éste se detiene al llamado para volver a girarse.
- Luego… - toma aire - ¿podemos caminar los dos solos? Hay algo que quiero hablar contigo pero más tarde, no hay prisa – reúne todo su valor para decir estas palabras y espera muy ansiosa su respuesta.
- Claro, solo dimeh en que momento quieres habláh y te acompaño –
- Vale – sonríe tímidamente y trata de volver a concentrarse en el libro mientras que Miguel se sigue alejando y le arroja la pelota a Rubén.
…
Las horas pasaron entre juegos, sentarse a comer y charlar. La tarde se había vuelto muy divertida y Miguel, en todo el tiempo, no quitaba sus ojos de Rubén que esperaba que la esté pasando bien, después de todo fue por su insistencia que ese chico terminara aceptando ir a pesar de que no estaba acostumbrado a estar con personas. Se lo veía un poco malhumorado pero en ningún momento dio la idea de que lo estuviese pasando mal o quisiera irse.
Que quisiese quedar bien con los demás no era razón de que quiera quedarse, complacer a los demás no tenía nada que ver con su personalidad. Quizás un poco, tan solo un poco se sentía cómodo y aunque no se uniese mucho a sus conversaciones no le molestaba escucharlos. Esto no significaba que los considerara sus amigos, no se tomaba las confianzas tan a la ligera pero no eran malas personas, eso pensaba… bueno, Alex era un poco intolerante pero sabía que no tenía malas intensiones.
Todo estaba tranquilo hasta que Ana toma del brazo a Miguel y le pide que le acompañe a caminar. Alex arrastra a Rubén con él.
…
- Fue divertido haber venido los cinco a pasar el día, si no le hubiese dicho a mi madre de tomarme el día libre, me hubiese perdido estar aquí con ustedes – caminaba la chica al lado de Miguel.
- Si, yo también lah pasé bien y creoh que los demáh chicos también – sonreía mientras fijaba su vista a la arena.
Ana se sentía nerviosa pero no podía esperar más, debía decirle lo que sentía por ese chico de lentes. A pesar de haberse conocido en poco tiempo, no podía detener el no poder verle de diferente forma que no sea de amor. Tenía miedo de su respuesta, algo en su interior le hacía doler su corazón porque de alguna o otra forma su mente le decía que no saldría bien… por mas que se tuviese toda la fé del mundo, llámese corazonada, lo que sea… parecía que ese chico desprendía otra energía a la que ella sentía, como que le hacían saber que latidos de nervios o una mirada de enamorado no poseía para ella.