Ya era de mañana y podían escucharse las aves cantando afuera en lo que veía que sería un bello día soleado, la luz del sol iluminaba entre la cortina de la pequeña ventana que se ubicaba sobre la cama de Miguel.
Por suerte al momento en que Miguel abre los ojos y fija su vista aún medio dormido hacia su despertador, faltaban cinco minutos para que éste sonara. Fue de gran alivio haberse despertado justo minutos antes, así no tenía que sonar y despertar a ambos. Eso hubiese sido una lástima porque la vista que tenia Miguel desde su cama era de lo mas encantadora.
Recordó la vez en que se quedó a dormir en la casa de Rubén, al despertarse aquel día, ambos estaban en la misma posición de cómo se habían dormido, uno al lado del otro, tan cerca pero sin rozarse. Mentiría si no admitiese que se quedó varios minutos viéndole dormir hasta que se dispuso a retirarse para volver a casa.
Ahora aquella escena era un poco diferente, no estaban uno al lado del otro para nada, ¿Qué pasaría si lo hubiese estado? Porque ahora Rubén dormía de lo más relajado como nunca pensó que lo vería. La cobija que era para taparse estaba más debajo de la cama que en otro lugar, solo le tapaba una pierna. Su remera se había levantado hasta dejar visible parte de su torso y además de eso, estaba abrazando la almohada del cual había mojado un poco con su saliva.
De seguro sabiendo como es, le habrá costado un poco dormirse a la noche. Pero al final concilió el sueño de lo más relajado y por suerte sin pesadillas que le molesten. Lo que también pudo haber ayudado en esto es la cuestión de que ahora ambos eran más cercanos y Rubén lo había aceptado como amigo, su corazón ya no estaba tan afligido con todo esto como antes.
Miguel sabia que debía levantarse para irse a trabajar pero con aquella vista ¿Cómo podría?, si fuese por él se quedaría todo el tiempo viéndole hasta que éste se despertara pero responsabilidades son responsabilidades…
Se pone de pie dirigiéndose cuidadosamente y sin hacer ruido a su armario, para tomar ropas y la mochila que había dejado allí. Y luego de cambiarse se dirige hasta la cocina para prepararse un rápido desayuno. A todo esto Rubén seguía durmiendo pacíficamente sumados a algunas expresiones como de querer despertarse por pequeños sonidos a su alrededor, aún así por suerte su mente no tenía intención de hacerlo del todo todavía.
Minutos después Miguel toma su mochila al hombro y se vuelve a acercar a la habitación antes de irse para observar un poco más aquella imagen. Solo unos segundos más…
Se acerca hasta arrodillarse a su lado mientras que con sus dedos mueve un poco sus cabellos. Esperaba no despertarlo.
- ¿Tan cómodo estabas? – susurra muy bajo mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa.
Entonces toma la cobija muy despacio para acomodarla de nuevo y volverlo a tapar, en eso hace que se detenga con las mismas aun en sus manos, para observar esa remera que se le había levantado. Lo mejor era bajársela, sin llegar a pensar en algo pervertido, claro. Bueno… esos nervios y estar comiéndolo con la mirada dirían todo lo contrario.
Al tomar la remera para bajarla, sus dedos rozan esa suave y cálida piel del cual no se despegaron de la misma hasta bajar lentamente esa liviana tela y dejarla por fin en su sitio. No pudo evitar tragar saliva varias veces en lo poco que duró esa acción y sin contar lo rápido que latía su corazón.
Rubén hace un leve sonido con su voz haciendo que éste alejara sus manos rápidamente y quedara inmóvil observando si se despertaba o no pero luego suspira aliviado al ver que mas de eso no hizo.
Ya se hacía tarde y tenía que irse. Lo cubre bien con la manta y vuelve a acariciar un poco sus cabellos, es que para él ese chico era lo más lindo del mundo, no podía evitar hacer cosas como estas. En eso Rubén se iba despertando de a poco o esa era la idea porque seguía mas dormido que despierto, pero si podía sentir algo que tocaba su cabeza.