A los minutos después, Rubén se encontraba lavando los platos. No era de buena educación dejar que un invitado se encargara de eso pero con la muñeca dolida de Miguel no había nada que pudiera hacer. De todas maneras se veía que a Rubén no le molestaba encargarse de aquello. Debía admitir que eso era una bonita vista para el chico de lentes, podía quedarse para siempre viéndole hacer algo tan sencillo como eso. El guapo chico de ojos verdes allí en su casa encargándose de lavar. Sobre todo porque la vista de la sala daba perfecto a la cocina y podía observar cómodamente en el sillón.
- ¿Te divierte? – terminaba de enjuagar mientras cerraba la canilla y se secaba las manos.
- ¿He? – reacciona confundido.
- No te quedes mirando como si verme lavar fuese divertido –
Se había dado cuenta, que vergüenza. No es que le pareciera divertido… ¿pero que podía decirle?
- Perdón, no es esoh. Graciah por encargarte de los platoh– se levanta del sillón - ¿te quiereh dar una ducha anteh de dormih? – se congela por un segundo al procesar esas palabras.
- Claro – responde de lo más tranquilo acercándose a él.
Que simple… Que ese chico se diera una ducha allí, no habría nada de malo. Una ducha antes de dormir le viene bien a todo el mundo, claro… ¡si no fuese que sepas que detrás de una puerta estará el chico que te gusta duchándose!
Miguel busca las ropas de Rubén que le habían quedado a él y un toallón para acercárselos muy calmado.
- La manija ihquiera es la caliente y la derechah la fría –
Rubén las toma.
- Gracias – y rápidamente sin siquiera cruzar miradas con él ingresa al baño para hacer lo suyo.
- De nada… - se queda parado por unos segundos – oh mierda… - se tapa su rostro con sus manos – es que asih no puedoh! – susurra.
Eran demasiadas emociones juntas y demasiadas cosas pasando que por más tontas que sean, no lo eran para él. Debía tomarse todo con más tranquilidad, ¿pero cómo?, nunca imaginó que podría sentir todas esas cosas por aquel muchacho. Por más que se esforzaba en pensar ahora en apartar todo pensamiento y sentimiento que tengan que ver con amor, no era fácil, no era para nada fácil.
Rubén sentía el agua de la ducha caer sobre él. Una de las cosas que podían hacerle relajar un poco siempre era una buena ducha, a veces. Esta no era la ducha de su casa por lo que no podía dejar de sentirse un poco extraño. ¿Cuántas veces se quedó abrazando a sí mismo en el suelo de la misma mientras acariciaba sus cicatrices? Aquella clase de cosas que solía hacer al sentirse mal… Parecían un recuerdo lejano. Aún así no podía evitar allí el quedarse observándolas por unos segundos. Había decidido que sean parte de su pasado, ya no quería volver a abrir y sufrir cosas como estas. ¿Sus padres estarían orgullosos de que su hijo quisiera seguir adelante?
Miguel por su parte mientras esperaba que Rubén saliera, se encontraba en su habitación donde había ya preparado varias cobijas en el suelo para formar una especie de colchón, no tenía uno por desgracia, pero había logrado que de todas formas luciera muy cómodo.
Y mientras seguía esperando, aprovechó a rápidamente dibujar algo, también para despejar su mente de la presencia de aquel muchacho que le ponían los nervios y el corazón a latir a mil por segundo. Por suerte la mano que le dolía era la izquierda y él dibujaba con la derecha.
Solo con imaginarse alguna escena, si es que no la tenía frente a sus ojos, podía plasmar en sus hojas dibujos increíbles. El tonto no escogió algo mejor que dibujar a Rubén cocinando y con eso hacer que algunas risas se le escaparan por si solas, si Rubén se enterara de esos dibujos, ¿Cómo lo tomaría? Eran bocetos rápidos pero muy bien hechos.